domingo, 13 de septiembre de 2009

Nuevas esperanzas (Carlos Hugo Laruta)

QHUMAKI/TRANSPARENCIA


Desde que se instaló en 1982 el Congreso de la República elegido en 1980, han pasado casi 27 años. Más de un cuarto de siglo de democracia política en un país donde más bien lo regular no era la vida democrática y tuvimos una sucesión larga de gobiernos de facto.

Aquellos que de jóvenes iniciamos nuestra vida ciudadana en democracia, con el primer voto después de muchos años de dictaduras militares, hemos participado más de diez veces hasta la fecha en procesos electorales y referendos. Y seguimos firmes en nuestro compromiso con la construcción de una Bolivia democrática, respetuosa de las diferencias pero con voluntad clara de vivir juntos en una misma nación y bajo una misma bandera.

El pueblo boliviano, en este tiempo, fue ensayando distintos gobiernos, distintos modos de ver los problemas nacionales y de atenderlos. Casi los mismos que masivamente votaron por la UDP, luego votaron por el MNR y la ADN, posteriormente por el MIR, después por Condepa y UCS. Hubo varios liderazgos, varias visiones de país, varias acciones de Gobierno, varias intensidades de reformas y cambios.

Este próximo 6 de diciembre de 2009, una vez más, la aún joven democracia boliviana se pondrá a prueba y los bolivianos asistiremos a votar por los líderes y programas que se presenten para dirigir el país. Casi todos, personas sencillas del pueblo y analistas, coinciden en que al momento hay tres tendencias políticas que buscan recibir el apoyo de la ciudadanía con su voto, y que en poco tiempo sólo quedarán en pie dos de ellas.

El oficialismo llega a su cuarto año de Gobierno. Realizó gestión en la dirección y con las acciones ya conocidas. Intentó atender la parte social de las necesidades de los bolivianos, sobre todo en alfabetización y salud. Los altos precios internacionales del gas y los minerales favorecieron la subida de los impuestos a las empresas extranjeras y le permitieron contar con gran cantidad de recursos económicos. Sin embargo, de acuerdo con la evaluación ciudadana, se destaca que no se pudo generar fuentes de trabajo y bienestar, y queda en el corazón de nuestro pueblo el sabor amargo de las disputas internas, la violencia de los conflictos sociales y regionales, y de los resentimientos crecientes, que por distintas razones aumentaron durante el presente Gobierno.

Habrá que observar en la oposición qué liderazgo destaca por su seriedad y su programa de Gobierno. La población espera propuestas concretas que permitan generar fuentes de trabajo y oportunidades económicas, sin las cuales la dignidad y otras acciones de justicia social no tienen ningún sentido, pues la dignidad humana tiene rostro de trabajo estable, tiene rostro de pan en la mesa, tiene rostro de estudio para los hijos, tiene el rostro de las oportunidades de bienestar para todos, postulando una convivencia social pacífica y democrática, para atender con eficacia las necesidades de todos los bolivianos.

Este próximo 6 de diciembre podrían presentarse sólo dos alternativas. Una continuidad de los conflictos, las discordias, los cambios sin norte claro y la resistencia conservadora y, por otro lado, un cambio democrático concertado, con paz social, con empleos dignos y con oportunidades económicas para todos.
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El autor es sociólogo alteño y catedrático
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