sábado, 7 de noviembre de 2009

Terrorismo electoral y libertad de elección (Marcelo Gonzales Yaksic)

FOJAS CERO


La propaganda política ha invadido nuestros espacios y está ocupando la mayor parte de nuestro tiempo. La influencia de los medios y la excesiva carga de imágenes, como nunca en la historia, han llamado la atención de todos los bolivianos y las bolivianas, de los jóvenes y de los niños y niñas. En la calle, en cualquier lugar, o en una conversación sensata se nota la preocupante influencia de la efigie presidencial. La mayoría de las personas concuerdan que la estampa del presidente está hasta en la sopa. Es que todos saben y sienten que el culto a la personalidad que ha gestado y controlado Evo Morales, durante muchos años, ha trascendido y contaminado con toda naturalidad a la sociedad en su conjunto, sin excepción; y el inconsciente colectivo ha modelado un temor reverencial y mucho pavor hacia el candidato del MAS y su entorno, y esto anula cualquier expresión crítica en contra de él, y sin dejar margen a la libre elección.

Lo infame del caso es que la mayoría de los bolivianos, prudente o inconscientemente, admiten la existencia de elementos o agentes represivos o de censura contra la libertad de elección. Está deambulando el susto de abrir la boca para decir libremente por quién votar o el pánico de hacer propaganda en contra del gobierno, y así estamos profundizando deliberadamente el aniquilamiento del Estado de Derecho. Esto es también terrorismo y en las altas esferas se está ejerciendo una fórmula totalitaria que sostiene el uso sistemático de la violencia psicológica para consolidar, sin oposición, un nuevo orden social y político que quebrantará la ya frágil convivencia democrática en Bolivia. La prueba material de la intimidación se refleja también en las concentraciones, proclamas y los eventos sociales (almuerzos, desayunos, cenas, fiestas, coloquios, etc.) que se están organizando entre los masistas para comprometer a ciudadanos indefensos y temerosos, que se ven obligados a arriesgar su voto por el MAS.

Con la dignidad que nos queda, sólo podemos reafirmar nuestra fortaleza intransigente y obstinada en la defensa de los principios y valores de la libertad democrática frente al chantaje terrorista que gobierna sobre el inconsciente del boliviano medio y la pretensión oficialista de obtener objetivos políticos con el uso de la violencia psicológica y la inducción forzada para votar por Evo Morales. Definitivamente la libertad de elegir no tiene precio, pero debemos estar conscientes de que ella está en peligro. Nos están atropellando y lo sabemos. Sólo hay que seguir insistiendo que “antes, durante y después de siempre” se apliquen, con plena legitimidad y firmeza democrática, todos los instrumentos que nos ofrece nuestro sistema electoral y mostrar a todos los observadores internacionales, y también a los propios conciudadanos, cómo el gobierno, de forma abusiva y aventajada, ha emprendido la campaña electoral, anulando el derecho a disentir y la libertad de elegir.

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fojascero@gmail.com

¡Están grabando…! (Cayetano Llobet T.)

ENTRE PARÉNTESIS....

La imagen de Evo Morales enojado --no puede disimularlo--, amenazando a una periodista, es la de un vulgar comisario político de barrio en una seccional de policía en cualquier régimen represivo: “Lo que está haciendo con esa pregunta es defender el terrorismo. Si usted es defensora del separatismo, pues entonces nos conoceremos en el tiempo. Esto se está grabando para futuras investigaciones”. Así, tal cual. O sea que, cualquier día, unos encapuchados o uniformados, podrán sacarla de su casa y llevarla ante un fiscal para investigarla como “defensora del terrorismo y del separatismo”. ¡Si eso no es una amenaza…!

Cuando alguien tiene alguna duda sobre la mentalidad totalitaria del Presidente es él mismo quien se encarga de despejarla. Como Evo vive en plenitud su papel de caudillo, sabe perfectamente que él es el depositario de la administración del miedo. Es obvio que ese miedo incluye también a los suyos: son, en este momento, los que más le temen, porque son los que más pueden perder.

Lo que más hay que estudiar de este régimen es su capacidad para generar miedo. Lo de las grabaciones, seguimientos, pinchazos, fotos familiares, alguna que otra eventual paliza, han sido condimento de nuestro caldo cotidiano, incluso en democracia. Lo de la amenaza directa desde despachos palaciegos es más bien parte de la historia cuartelaria convertida en asaltante de la política. Personalmente, no recuerdo a ningún Presidente civil que hubiera asumido la amenaza como tarea personal. Evo Morales la reitera y la disfruta.

Y habrá que admitir que le resulta políticamente muy rentable. Él sabe que tiene ante sí a una sociedad básicamente miedosa (como lo sabía Barrientos) y que, salvo en ocasiones de rabia colectiva extrema, no reacciona fácilmente. Y ha logrado preparar un menú cuyo plato principal contiene todos los ingredientes para el ejercicio del poder.

Primero, el ya mencionado miedo. No importan las cantidades, en la medida en que mientras más miedo se le meta, menos necesidad de represión directa. Lo que, obviamente, no impide que en alguna ocasión se llegue al cuadro de la ejecución sumaria pura y simple. Es un plato que necesita variados ingredientes. Algunos muy baratos porque, como en toda buena cocina, tienen que hacer los trabajos sucios. Son los especialistas en trabajos de choque. Esos están siempre visibles y son autores de su propio marketing y funcionan a billetazos. Los otros, que también son parte de la exquisitez son más caros porque su miedo se traduce en cálculo. Son perfectamente conquistables si se les hace creer que les va a ir mejor en sus negocios si entran en los acuerdos de poder. La ideología es una palabra desconocida en su diccionario y su único color es el verde, que se adapta a cualquier papeleta electoral. A pesar de la elementalidad de su presentación es un plato que requiere conocimiento y oficio en su preparación y por eso se acude a chefs experimentados, en este caso, cubanos. Las sumas requeridas para la compra de todos los ingredientes vienen en cheques bolivarianos, siempre que no se consigan directamente como aportes de negociados y otras cosas que alguna gente desubicada define como corrupción. Se adereza con un discurso primario... y se sirve.

El restaurante se llena de miedosos y de calculadores. Lo que no saben es que también los están grabando y que, cualquier día --en la política no existe la eternidad-- pueden ir saliendo, contra sus autores, las mismas grabaciones que eran amenaza... Referencias: Hotel Las Américas.

El valor de la opinión pública (Waldo Peña Cazas)

Se dice que en un sistema democrático el poder de la opinión pública es fundamental para decidir los grandes asuntos públicos, y esto tendría que hacerse evidente sobre todo en los resultados electorales, que más bien son productos de climas de opinión artificiales, creados en beneficio de grupos de presión enquistados tanto en organismos del Estado como en agrupaciones empresariales, sindicales o de otro tipo. ¿Cómo? Digitando la información. Por eso leemos noticias y comentarios contradictorios, cruzados, que entorpecen el recto modo de pensar.

El Estado es omnipresente y omnipotente; pero está alejado de los ciudadanos cuyas vidas norma y controla. Hace las leyes, monopoliza la violencia, paga bien a quienes menos lo merecen, condecora o reprime a quienes quiere, encarcela a inocentes o protege a delincuentes y nos hace creer que lo blanco es negro. ¿Por qué? Porque, en los hechos, el Estado es una camarilla de funcionarios gordos y autoritarios. Alguna vez vi una buena caricatura: el Estado era un monstruo amenazando con garras y fauces a los ciudadanos, insignificantes bichos sin derechos y con obligaciones.

En un sistema democrático excesivamente idealista y poco práctico, los favorecidos por el voto se convierten en el Estado mismo porque creen haber tomado las riendas, cuando sólo han recibido un mandato. ¿Cómo pueden evitarlo los mandantes? Un célebre estudioso de la democracia, Alexis de Tocqueville, decía haber observado que más lucha un pueblo contra la autoridad cuanto más elevado es su nivel de vida, y la historia parece darle razón. Esto significa que los pueblos exigen más cuanto mayores reivindicaciones obtienen, o sea que la libertad y la prosperidad son adictivas: basta paladear una pizca para desear más; pero significa además que una opinión pública ignorante y desinformada perenniza más bien el abuso.

De la observación de Tocqueville podemos sacar otras conclusiones la bonanza y la prosperidad pueden provocar igual o mayor inestabilidad social que el estancamiento y las crisis. Puesto que el progreso nunca es uniforme y es imposible andar bien con Dios y con el diablo, los políticos deben ser diestros para mentir, para dorar píldoras y, si pretenden crear un clima de opinión favorable, nunca, jamás, deben enemistarse con los medios.

Los editoriales o comentarios de prensa parecerían pedacitos de opinión pública; pero, en rigor, son lo único concreto de los pensamientos y sentimientos predominantes en la sociedad, pues la realidad está fragmentada y hay mil maneras distintas de ver las cosas, por diferencias de clase, de formas de vida, de lengua y cultura e inclusive de circunstancias personales. Por eso se dice que la opinión pública es, en realidad, la opinión publicada.

De ahí que gobernantes y opositores sólo teman a los medios, a sabiendas de que la población civil carece de mecanismos coercitivos y nunca es más fuerte que el Estado y los partidos políticos. La sociedad puede ser infeliz; pero a un Estado abiertamente totalitario o falazmente democrático no le importa mucho porque la opinión pública no amenaza su estabilidad. Así, es inevitable confundir gobierno con mando y autoridad con autoritarismo.

En la dura época del stalinismo soviético o del banzerismo boliviano era absurdo pensar en una insurrección popular y tampoco se puede esperar que un régimen democrático, consciente de sus errores y de sus vicios, tenga un súbito arrebato de pudor y enmiende su conducta. Sólo hay un freno para la impostura y la corrupción: el periodismo valiente y honesto.

Presos políticos (Cayo Salinas)

RATIO IURIS

Uno privado de su libertad e impedido de hacer uso del derecho de expresión como candidato a la Vicepresidencia. El otro, arraigado e imposibilitado de hacer campaña y mostrar su oferta electoral (lo que también constituye una violación a los derechos de los electores) en lugares como Argentina, España y EE.UU., donde residen bolivianos.

Los dos son, más allá de cualquier presunción, presos políticos del Siglo XXI. Y es que a Leopoldo sistemáticamente le han lesionado todos los derechos que le asisten a las personas. Presumiendo su culpabilidad, manejando la causa al margen de toda norma procesal y sin el más mínimo respeto por el orden jurídico y el debido proceso, el gobierno tiene recluido al candidato vicepresidencial de PPB, quien a tiempo de haber sido privado de ser juzgado por juez natural, ahora es impedido de hacer uso del derecho de locución.

Y es que Evo y los muchachos del MAS se abanican en la ley, por eso muestran irreverencia a las órdenes emanadas de la CNE que por segunda vez, ha autorizado a Fernández hacer campaña desde el Penal de San Pedro. Ese acto de irreverencia, que linda en el menosprecio más vil hacia la norma y la institucionalidad, es sólo una muestra del grado de disgregación al que hemos llegado. Por cierto, en Bolivia la ley es escrita para incumplirla y los abogados sirven para arreglar lo que haya que corregir cuando se piensa que la forma correcta de gobernar es “metiéndole nomás”. Supina ignorancia de quienes hacen loas ante semejante desprecio por la majestuosidad de la ley y la justicia, aquella que se le niega a Leopoldo Fernández desde el primer momento en que fue secuestrado.

Con Reyes Villa pasa algo similar. Si bien el arraigo dispuesto en su contra forma parte de las medidas sustitutivas que la norma prevé, lo mismo que la anotación preventiva de sus bienes (no entiendo cómo puede alegare que había peligro de fuga por la venta de bienes inmuebles cuando se ordena que los mismos sean anotados preventivamente), lo inaceptable es que las denuncias que pesan en su contra hayan sido activadas e introducidas una vez se supo que era candidato a la presidencia. Todo funcionario público debe dar cuenta de sus actos, sin embargo, nada justifica el hecho de politizar la justicia y que sus operadores sean serviles al partido de turno. Las acusaciones del entorno de Reyes Villa llegaron a señalar que la fiscal asignada a la investigación tiene lazos de parentesco con un alto dirigente del MAS, al estar unida sentimentalmente al sobrino de Jorge Alvarado. Más allá de que sean ciertas o no esas alegaciones, lo que no es tolerable es contemplar cómo se manipula la ley para forzar que los contendientes al candidato Evo Morales no tengan las mismas libertades y oportunidades para hacer campaña. Esa suerte de matonaje político, que seguramente recordará a muchos lo que aconteció el año 1952, se antepone a los avances que en materia de DD.HH. se ha conseguido a lo largo del último tiempo. Mientras Leopoldo siga secuestrado en el Penal de San Pedro e impedido de hacer campaña desde la cárcel y Manfred Reyes Villa prohibido “políticamente” de hacer proselitismo fuera del país, se continuará sentando precedente a oprobiosas formas de conculcar las garantías constitucionales de quienes optan por cargos de elegibilidad y de quienes, siendo electores, tienen el derecho de oír propuestas y conocer programas. Esa la democracia a “la boliviana” de los últimos años.

domingo, 1 de noviembre de 2009

En la cuerda floja (Claudio Ferrufino-Coqueugniot)

NADA QUE DECIR



Así como los Estados Unidos transitan un paso delicado del cual dependerá su futuro, Bolivia también lo hace, con la salvedad de que acá no se produce nada, excepto coca y derivados, y que las posibilidades de salir son si no imposibles, muy difíciles.

El problema de los megalómanos radica en la impudicia de su desdén. Lástima que contamos con dos, muy distintos entre sí, pero igual de soberbios. Pareciera que no se dan cuenta de que paso adelante que dan --que en términos reales es paso atrás-- se acercan a su final.

Morales y García Linera logran encaramarse en la cima de un país con cien años de atraso con un discurso obsoleto y arcaico. En un inicio dio la impresión de que al menos en verbo se apuntaba a un proceso de cambio, ya en deuda con la historia, que no lo crearon ellos, pero sus años de poder demuestran lo contrario, a no ser que cambio se considere la impunidad del saqueo, del linchamiento, de avasallar las libertades de prensa y los derechos humanos.

Uno de ellos cree que es dios, Pachacutec surgido de un lago putrefacto que se está muriendo; el otro considera ser el summum de la intelectualidad y la belleza. ¡Pobres! enemistados consigo mismos, no se animan a pensar que la arrogancia les alista tal vez la horca y con seguridad cárcel en algún país extranjero por delitos sabemos cuales.

Han creído que pueden asesinar sin riesgo ciudadanos extranjeros. La imbecilidad europea les garantiza eso ¿pero hasta cuándo? También entre imbéciles hay gente que razona y a alguno se le ocurrirá convertirse en otro Baltasar Garzón y cuestionar la legalidad del dúo y sus secuaces (aunque este término ya causó antes revuelo entre los apéndices del ídolo -estatuilla de barro y estrella de rock al mismo tiempo-).

Llueve cocaína desde el Alto Perú en el norte argentino; Brasil detiene o derriba avionetas bolivianas con droga como cazar patos. Sin duda los engendros García Meza y Arce Gómez, en Chonchocoro, maldicen lo obtuso de su accionar al ver que éstos los superaron con mucho en el negocio. Hay mayor peligro ahora porque se asegura actuar en nombre del "pueblo". Para demostrarlo muestran los votos del ente abstracto en cuestión como si en Bolivia significara algo.

Y arreglan todo un entarimado de nuevos jerarcas queriendo fundar casta --con prebendas, tierras y delito-- cuya casa no resistirá el soplo del lobo feroz cuando despierte.

Quitaron a Noriega su machete cuando lo pusieron en prisión. Qué ha sido del hombre macho y fuerte de Panamá. Pingajo inmundo que con suerte sobrevive. Se cuenta con la bonhomía de Obama tal vez, pero la derecha norteamericana no descansa y no cejará hasta destruir al par de estrellitas refulgentes del Ande local. Y a partir de ahí, otra vez cuesta abajo, con la esperanza de que al menos los destructores de lo poco que había paguen sus culpas.

Lo que ocurra en Honduras --ficticios arreglos y demás-- no interesa. El amo del norte busca el segundo eslabón a romper de la cadena, al final de cual habita Hugo Chávez. Y el dueto manirroto con plata mal habida del Palacio Quemado hace todos los méritos para ser ellos los que sigan el camino de Honduras, no necesariamente de la misma forma. Hay que callar y observar como los niños traviesos del gobierno juegan con grilletes que al cerrarse no podrán de nuevo abrirse.

Cuestión de tiempo. De sentarse, preparar café, masticar con calma las galletas y admirarse de la ignorancia para comprender la historia de algunos.

El abigeato oficialista y las ovejas opositoras (Marcelo Gonzales Yaksic)

FOJAS CERO


Primero encubiertamente en Cochabamba, y luego públicamente en Santa Cruz y Tarija, hemos visto cómo algunas ovejas, encumbradas y obedientes, que por varios años mostraron su tenaz y violenta oposición al gobierno, han aceptado las condiciones del poderoso pastor del otro rebaño y se han aliado, bajo la consigna del “cambio”. Sin escrúpulo alguno, el oficialismo ha robado las ovejas opositoras a sus principales pastores, el prefecto de Santa Cruz y el líder de Podemos, entre otros cándidos ovejeros.

No ha sido un secreto la forma como Rubén Costas ha manejado a su ganado, siempre privilegiando el lucro entre las élites que le rodeaban y bajando sólo las migajas al gran rebaño del civismo cruceño. Esos aires de superioridad han terminado con el proyecto de la “media luna”; dragado por la intriga interna y las insatisfechas ansias de cuotas de poder. Las autoridades prefecturales y los cívicos cruceños han mandado las primeras señales decadentes, en septiembre pasado, cuando los empresarios privados de Santa Cruz mostraron una actitud conciliadora con el gobierno para salvar el aparato productivo del departamento. Los cívicos, como pastores de ese rebaño, utilizaron la presión para demostrar que tenían y mantenían el control, pero no tuvo que pasar mucho tiempo para que todo se les vaya de la mano. Fueron la mezquindad y los altos intereses de élite que los delataron.

De forma pública y con espectáculos monumentales se concretó este saqueo público de miembros del civismo cruceño y del radicalismo violento, que fue aprovechado por el oficialismo, que jaló a todo el rebaño a su establo, en una operación de abigeato que no respetó las más elementales normas del pundonor político. En este caso, los operadores políticos del MAS debieron haber utilizado la misma prudencia e igual decencia como lograron el alineamiento en sus filas de una gran mayoría de las ovejas de Podemos. Uno de los ejemplos más claros fue la entrega voluntaria y sin condiciones de sus más renombrados carneros, que se entregaron patitas y todo. Eso sí, con mucha sutileza, y con garantía de protección patrimonial. El acuerdo fue: “Evo no toques mis propiedades y privilegios, a cambio tendrás mis pleitesías por siempre”. Es que Morales maneja así el poder, haciendo concesiones ridículas a los más atontados corderos, sin que siquiera sospechen que, en el futuro próximo y sin aviso previo, el pacto se romperá en resguardo del gran rebaño comunista, con muerte civil incluida para los favorecidos.

Estas asignaturas las tiene que aprender el principal candidato opositor, Manfred Reyes Villa, y deberá comenzar a sospechar de la fidelidad y la lealtad de sus candidatos y operadores. Porque este mal parece que ya es de muchos, y se puede convertir en un consuelo para sus mansos corderos. Que no vaya a perderlos en el camino, por descuidar a los abigeos del MAS.

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La apuesta… (Cayetano Llobet T.)

ENTRE PARÉNTESIS...

La diarrea verbal provoca problemas a quien la sufre. Cuando se habla tanto, siempre falta de qué hablar y es cuando salen a relucir las improvisaciones, las incoherencias y hasta las confidencias (léase chismes). Y el último chisme presidencial vale oro, en el sentido más preciso del término.

Contó don Evo Morales --Presidente o candidato, da lo mismo-- que estaba muy contento porque había ganado una apuesta de 6.000 dólares, ¡nada más y nada menos! Este es el imperdible relato: En conversación con la embajadora de Bolivia en Buenos Aires, doña Leonor Arauco Lemaitre, don Evo mencionó la posibilidad de invitar a doña Ana María Romero de Campero --nótese que el protagonismo indígena en el cuento es impresionante--, como candidata a primera senadora por el MAS. Cuando doña Leonor expresó su profundo escepticismo y algo de desdén sobre la aceptación de tal propuesta por parte de Doña Ana María, don Evo presumió que se ponía en duda su capacidad de manejo de la gente, y decidió --por algo estamos en tiempos caballerescos-- llevar las cosas al plano de las apuestas. No una apuesta cualquiera, la de una botellita, una invitación, un disco. Una apuesta en serio, una de esas en la que se pone en juego hasta la propia supervivencia. Si don Francisco de Quevedo hubiera relatado la escena, seguramente habría descrito a un don Evo desafiado y desafiante, colocando sobre la mesa una bolsa de monedas de oro y exclamando, “Mi sueldo de todo un mes, señora mía, para demostraros que soy capaz de semejante desafío: convenceré a doña Ana María!” Repúsole en seguida doña Leonor --trae formas la señora desde el Principado de La Glorieta--, “¡Acepto su apuesta, señor mío, y también pongo en juego el sueldo de un mes que, ciertamente, es mayor que el suyo!” Y en el triquitraque del desafío, quedan sobre la mesa los 2.000 dólares presidenciales y los 6.000 plenipotenciarios.

No sé si don Evo asumió, cuando contaba feliz el triunfo de su apuesta, que estaba avisando al país que, desde luego, él no vive de su sueldo. Menos la ilustre embajadora, porque si alguien se da el lujo de arriesgar en una apuesta el cien por ciento de sus ingresos del mes, es porque no vive de ese sueldo. Es obvio que tiene otros ingresos… ¿cuáles serán y de dónde provendrán? Si no, ¿se imaginan las angustias que está viviendo en estos momentos, la embajadora, doña Leonor? Porque suponemos que la apuesta ha sido pagada como corresponde a gente bien. De lo contrario, tampoco se justificaría la felicidad presidencial. Pero al final es apenas un tema de billetes. Una minucia para quienes se ocupan de cosas mucho más serias como la de abrir las nuevas épocas de la historia. ¿Historietas de plata y de suelditos? Juegos de recreo para pasar el rato.

Pero lo verdaderamente delicioso es la frivolidad del tratamiento en relación al objeto de la apuesta. Y como el relato fue hecho por el mismísimo Evo Morales, es lógico que doña Ana María Romero de Campero se informara de la apuesta, como todo el país. Mucha debe ser la lealtad de la señora hacia don Evo para no haber expresado ningún gesto de incomodidad, pero mucho mayor debe ser la seguridad de Evo sobre la lealtad de la señora, para habérsela jugado en una apuesta.

La lealtad juega a veces malas pasadas, perdón, malas apuestas. No vaya a ser que uno de estos días Evo apueste con alguno de sus amigos que puede hacer fotografiar a Doña Ana María con sus ilustres nuevos compañeros del Comité Juvenil Cruceñista. “Anamar” y “Chichi” Pérez: ¡gran foto de campaña!

El diablo pregonando virtudes (Waldo Peña Cazas)

TAL COMO LO VEO


La carrera ha empezado y vemos caras de candidatos hasta en la sopa, con su consabido discurso: los privilegiados hablan de cambiar las estructuras, los ladrones de combatir la corrupción, los violentos de paz y orden y los separatistas de unidad. Todos, sin excepción, machacan con la cantinela de crear miles de nuevos empleos y atender con prioridad la educación y la salud. El diablo pregonando virtudes.

Es una típica campaña electoral: halagos a las pasiones de la plebe, promesas irresponsables, mentiras descaradas y protestas de honestidad, poniendo caras de angelitos. No son sólo lenguas irresponsables, viciosas, sino delictivas, porque defraudan el interés nacional, escarnecen las ilusiones colectivas y son la causa mayor de los males nacionales. Este delito se llama demagogia; pero, puesto que las leyes están hechas por los políticos, no está tipificado en las leyes nacionales ni sé de un solo país que sancione estas fechorías.

En Bolivia, los demagogos han aprobado algunas leyes relativas al sistema electoral, sólo para asegurar el monopolio partidista de la política: una ley contra el “transfugio”, y otra para esquilmar legalmente al fisco haciéndole pagar los gastos de la demagogia electoral. ¿Por qué no leyes que impidan incrementos abusivos de las dietas, que eliminen sucios fueros e inmunidades, que impidan la reelección de “representantes” profesionales, que permitan la participación política de ciudadanos independientes, que despoliticen el Poder Judicial, que obliguen a la investigación de fortunas?

¿Y qué tal una ley contra la demagogia? Las ofertas electorales implican no sólo un compromiso moral, sino una obligación social, y deben ser legalmente exigibles. Si un candidato ofrece rebajar impuestos, incrementar salarios o crear nuevos empleos, adquiere un compromiso con la figura de un contrato unilateral sujeto a término y condición y el incumplimiento debe ser tipificado como delito. Las sanciones no deben ser para los partidos, entidades abstractas, sino para los dueños del circo, los jefes, personas físicas y concretas. Ellos nombran funcionarios por pura potestad caciquil y son responsables directos de la corrupción, de obras mal ejecutadas, de malversaciones, de bellaquerías.

Algún freno habrá que poner a la falacia y a la impostura de hombres públicos sin moral ni convicciones, pues la lucha política no puede estar librada a la capacidad de engañar ni depender de la cantidad de saliva de los contendientes. Vemos la demagogia sólo como un vicio, cuando es una estafa a la sociedad y debe estar sujeta a penas preestablecidas, con obligación de reparar daños y perjuicios. La política es un servicio público, no un modo de vida, y su práctica debe estar sujeta a normas de derecho, con ofertas electorales ofertas claras, precisas y factibles, sin vaguedades susceptibles de manipularse con argucias técnicas o estadísticas amañadas, como esa de crear 500.000 empleos o combatir la pobreza sin saber en que consiste ésta

Nos ofrecen menjunjes peores que los publicitados por milagreros y saltimbanquis en calles y plazuelas: basura o veneno primorosamente empaquetado, y nosotros compramos cualquier cosa. Les es fácil prometer porque nada les obliga a cumplir, y hacen todo lo contrario, porque la lucha política obliga a una desleal competencia, ajena a toda norma ética.

Si les creciera la nariz como a Pinocho, se clavarían de pico en el suelo y sus mentiras quedarían en evidencia. Pero ahí están, muy panchos, con narices respingadas, angelitos con alas y con halos.

Los hombres del presidente (Humberto Vacaflor)

El presidente Evo Morales dijo en Villa Serrano el viernes pasado que yo me opongo a la exportación de energía. Y luego informó a un público rural poco entendido en la materia sobre los repentinos proyectos de exportación que tiene su gobierno de una larga lista de plantas termo e hidroeléctricas.

Lo que debe preocupar de este incidente no es que el presidente hable sobre este humilde analista a sacrificados campesinos chuquisaqueños que se dedican a cultivos lícitos, sino lo mal informado que está. Tendría que elegir mejor a sus colaboradores. O proponerse leer, en persona, lo que escriben los columnistas.

Quizá alguno de sus colaboradores esté en medio de una profunda confusión. Nunca me opuse a la exportación de energía. Lo que siempre he condenado es la exportación de cocaína, ya sea en aviones especiales, en valijas diplomáticas o en los intestinos de algunos compatriotas. Y lo he condenado porque con esas exportaciones se va el futuro del país y Bolivia va adquiriendo las características del Afganistán de Sudamérica.

Por supuesto que Bolivia puede y tendría que exportar energía. Todo el gas natural que ahora los vecinos no quieren comprar podría ser convertido en energía eléctrica para exportarla a esos mismos países. Si el presidente revisara sus papeles, descubriría que la prefectura de Tarija le envió hace tres años un proyecto para instalar una planta termoeléctrica en sociedad con el Estado boliviano para exportar energía a Argentina, por lo menos.

En ese caso, quien se opuso al proyecto de exportación de energía fue el gobierno del MAS. Nunca escuché a ningún analista opiniones contrarias a una exportación semejante.

En lugar de que por la frontera tarijeña pase a la Argentina solamente coca y sus derivados, se podría ampliar la oferta con energía, ya sea con más volúmenes de gas natural o/y energía eléctrica. Con la ventaja de que esas exportaciones dejarían divisas para el país, pagarían impuestos y aranceles, mientras que las 5.000 toneladas de coca llegan a los argentinos sin pagar ningún tributo en Bolivia.

Si los hombres del presidente le informan tan mal acerca de un columnista, hay motivos para sospechar de que los otros informes que le pasan son igualmente equivocados. Quien sabe qué otros absurdos esté diciendo el presidente, confiado en los malos informes de sus colaboradores.

Lo cierto es que por el hecho de haber sido aludido por el presidente-candidato, he tenido que destinar este espacio a responder.

Hubiera querido dedicar esta columna a propósitos más nobles. Por ejemplo, tenía la intención de ofrecer a los colaboradores del presidente, a aquellos que montaron el mamarracho del caso Rózsa, en calidad de préstamo, mi juego de cuchillos. Pensando que quizá algo de honor tengan y se inspiren en los japoneses, esos colaboradores tendrían que hacerse el harakiri. Y para esos propósitos tengo unos cuchillos muy apropiados. Uno, forjado en Toledo, tendría que ser para el principal, para el que más culpa tuviera en el engendro. Tengo otro, japonés, con hoja de cerámica, que serviría mucho para este propósito, aunque hay que usarlo con cuidado. Y una daga francesa que es un primor, además de un cortaplumas italiano diseñado para la mafia. Pero el mejor de todos es una espada de Samurai, con un filo peligroso. Todo está a disposición de ellos. Tendrían que pensarlo.