viernes, 18 de septiembre de 2009

En diciembre también se juega abril

En diciembre también se juega abril (Susana Seleme)


En realidad, el 6 de diciembre se juega el futuro democrático de Bolivia, y todas las futuras elecciones. De ahí que en política más de una vez hay que mojarse los pies en aguas claras, o en las turbulentas que produce la historia en su devenir dialéctico, sobre todo si se trata de alcanzar objetivos en aras del bien común y la salud de la democracia.

En las elecciones del próximo diciembre, lo que se juega es mucho más que una elección general, como las tantas que hemos vivido. Ahí se juega la supervivencia del sistema democrático y la vigencia del estado de derecho, frente al proyecto totalitario y antidemocrático de Morales y compañía.

Lo que se juega en diciembre es nada más y nada menos que el futuro de una Bolivia unida, plural y diversa, y no sólo cinco más de gobierno del MAS, que, según sus mandamases, se proyecta para los próximos 50 años. El hecho de pensar en una reproducción del poder por medio siglo es demostración apabullante de soberbia política, narcisismo de dictadores y repudio a la sana y necesaria alternancia del poder en democracia.

Si el oficialismo gana con más de 50%, o si el segundo no está a menos de 10 puntos por debajo, habrá más “Pandos”, presos políticos exiliados y persecuciones, a un año de aquellos fatídicos días. En la futura Asamblea Legislativa Plurinacional se modificará la Ley Marco de Autonomía —autonomías mutiladas—, la Ley del Órgano Electoral —el cuarto poder— y la Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional. Habrá modificaciones en materia penal, civil, familiar, de imprenta, régimen disciplinario, territorial, entre otros. Vale decir, en toda la superestructura sociopolítica y jurídico–administrativa del país, a imagen y semejanza del MAS.

De ahí que lo que se juega en diciembre tiene que ver de manera directa con abril de 2010 y así sucesivamente. En lo inmediato, no habrá abril democrático con libre elección de prefectos y alcaldes sin un diciembre también democrático, sin fraude electoral, como lo hubo en los manoseados resultados de los anteriores dos referendos, que le dieron al Gobierno tramposa ganancia.

No habrá abril si en diciembre la oposición política y sus candidatos no frenan las totalitarias ambiciones de Morales y sus hombres, llegados al poder en enero 2006, merced a un limpio y legítimo mecanismo electoral, luego prostituido a favor del Gobierno. De ahí en más, en nombre de una izquierda confusa y difusa y de un indigenismo excluyente, han pateado sin asco a la República y sus instituciones, a las que deben su existencia política; han desprestigiado al sistema de partidos políticos, desde donde se proyectaron como movimiento, y han despreciado la democracia plural, que los arropó con generosidad y hasta expectativa.

En diciembre se enfrentan dos visiones políticas diametralmente opuestas. Una, la radical visión del llamado “proceso de cambio”, de vocación totalitaria del MAS, que poco ha cambiado, salvo la visibilización utilitaria de los pueblos indígenas. Otra, la visión de la oposición política de izquierda y derecha democráticas. De ellas, que son siete, algunas le arañarán votos a la dupla Morales-Linera, otras le restarán algunos más. Empero, la batalla se centrará frente al binomio Reyes Villa–Leopoldo Fernández y sus aliados, que pueden lograr una segunda vuelta, hasta ganarle al masismo, y salvar a la democracia boliviana.

En este 6 de diciembre vale la pena mojarse hasta los tuétanos.
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La autora es politóloga

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