jueves, 2 de julio de 2009

La política, clave del éxito o del fracaso

Chile y Uruguay, con sus respectivos éxitos, enseñan la importancia de la política y de los partidos políticos para la buena marcha de un país


Según el estudio “Indicadores Mundiales de Buen Gobierno”, que el Banco Mundial presentó el lunes recién pasado. Hay dos países latinoamericanos que se destacan entre los 212 que son objeto de evaluación por el organismo internacional. Se trata de Chile y Uruguay, cuyos éxitos en materias como participación y responsabilidad, estabilidad política y ausencia de violencia, efectividad del gobierno, cualidad regulatoria, estado de derecho y control de la corrupción.la lucha contra la corrupción son dignos de ser imitados no sólo por los demás países de la región sino incluso por muchos europeos y asiáticos.
El informe del Banco Mundial no es el único que llega conclusiones tan halagüeñas para ambos países. Desde hace ya muchos años los indicadores económicos chilenos se destacan entre los más exitosos del mundo y lo mismo ocurre en áreas relacionadas con el desarrollo humano, como educación, salud, deportes, esperanza de vida, entre muchos otros. Uruguay tiene similares motivos para enorgullecerse aunque, a diferencia de Chile, sus buenos indicadores tienen unos antecedentes que se remontan a muchas décadas atrás.
Una prueba del éxito chileno es que según funcionarios de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), la institución que agrupa a los países más desarrollados del mundo, Chile podría ser aceptado a fin de año como miembro pleno del selecto club de los 30 países más ricos.
Ante tan elocuentes resultados, resulta pertinente indagar sobre los factores que confluyeron para que Uruguay y Chile se destaquen del resto de la América Latina. Pero entre todos, hay sin duda uno que es el principal, el que creó las condiciones necesarias para que todos los demás se refuercen mutuamente en una dinámica siempre ascendente. Ese factor, la clave del éxito, es la alta calidad de sus prácticas políticas.
Chile y Uruguay a diferencia de otros países de la región, fueron capaces de construir un muy sólido sistema de partidos políticos, cada uno de los cuales es una verdadero pilar de su andamiaje institucional. Son partidos políticos que como no podía ser de otro modo tienen grandes discrepancias en muchos temas, pero ninguna es mayor que un conjunto de coincidencias alrededor de temas básicos, como la economía de mercado y el respeto irrestricto a la institucionalidad democrática.
Algo en lo que todos están de acuerdo, de un extremo al otro del espectro, es en que la solidez de su sistema político es la clave de todos sus demás éxitos, y que los partidos su pilar fundamental. Exactamente lo contrario de lo que ocurre en países como el nuestro, donde la política es la actividad más desacreditada y despreciada nada menos que por sus principales protagonistas.

miércoles, 1 de julio de 2009

Dos caminos con diferentes destinos

Ver de cerca lo hecho por Chile y Uruguay y seguir su ejemplo puede ser muy útil para enmendar nuestro propio rumbo

Chile y Uruguay, en un extremo, y Bolivia y Venezuela, en el otro, son los países que figuran como los más representativos de dos maneras diametralmente opuestas de encarar los problemas económicos, políticos y sociales, según la última edición del informe “Indicadores Mundiales de Buen Gobierno”, que el Banco Mundial presentó el lunes recién pasado.
El estudio, que evalúa la situación de 212 países, mide diversas categorías de gobernabilidad durante el período comprendido entre 1996 y 2008, y está basado en información de miles de organizaciones no gubernamentales y expertos del sector privado y público.
Los seis elementos que definen la calificación de un país son:
participación y responsabilidad, 57,7 a 48,1
estabilidad política y ausencia de violencia, 36,1 a 14,8
efectividad del gobierno, 56,4 a 19
cualidad regulatoria, 61,5 a 15,9
estado de derecho y 45,7 a 12
control de la corrupción.
Por participación y responsabilidad se entiende a la medida en la que los ciudadanos son capaces de participar en la elección de su Gobierno y también es la medida de las libertades de expresión, asociación y prensa. En diez años, este índice cayó en Bolivia de por ciento, aunque subió un punto con relación a 2003.
Estabilidad política y ausencia de violencia es la posibilidad de que un gobierno pueda ser desestabilizado por formas inconstitucionales o violentas, inclusive terroristas. Este parámetro en Bolivia cayó de 36,1 a 14,8 por ciento entre 1998 y 2008.
Efectividad del Gobierno es la medida de la calidad de los servicios públicos y la capacidad de los servidores públicos para resistir presiones políticas, que en Bolivia bajó de por ciento en el lapso estudiado.
Cualidad regulatoria es la habilidad del Gobierno para aplicar políticas y regulaciones que promuevan el desarrollo del sector privado, cuya declinación en el país fue de 61,5 a 15,9 por ciento.
Por estado de derecho se entiende la medida de confianza en el acatamiento de las reglas de la sociedad, incluyendo los derechos sobre la propiedad privada, así como la acción de la Policía y los tribunales de justicia contra el crimen. La caída de este parámetro en Bolivia fue de por ciento durante el decenio mencionado.
El control de corrupción es la medida en la que se ejerce el poder público para que el sector privado genere utilidades e incluye los mecanismos para evitar la corrupción en todas sus formas. Bolivia mejoró este índice con relación a 2003, cuando se ubicó en 22,3 por ciento y cinco años más tarde alcanza 38,2.
Como se ve, son muy elocuentes los datos del estudio. Pero lo son más si se los contrasta con la situación de otros países, como Chile y Uruguay, los dos mejor calificados. Ver de cerca lo que esos países hacen y seguir su ejemplo puede ser muy útil para mejorar nuestro propio rumbo.