lunes, 14 de septiembre de 2009

Autonomía: el fracaso de la estrategia (Pablo Javier Deheza)

Históricamente el estado central se ha mostrado como un ineficiente administrador de los recursos que maneja usando los impuestos de los ciudadanos para financiar un pesado, corrupto e ineficiente aparato estatal central. La autonomía es la reivindicación que buscan los habitantes de Santa Cruz respecto a un estado central planteando administrar más de cerca y con un sentido de protagonismo de su propia historia los valores que se generan en el departamento como resultado del trabajo de sus habitantes y la explotación de sus recursos. Esta es la autonomía de la que se enamoró y que se le prometió a los habitantes de Santa Cruz; la autonomía que hoy vive en sus corazones.

La dirigencia cruceña (prefectura y comité cívico como caras más visibles) se embanderó de las autonomías y se propuso un camino, una estrategia, para llevarlas a cabo. A la fecha esa estrategia no ha entregado lo prometido y muestra signos de evidente fracaso: no se ha logrado un solo centavo más del estado central en favor de Santa Cruz ni de ningún otro de los departamentos autonómicos; la aprobación de los estatutos autonómicos, el punto estratégico culminante, ha resultado ser una victoria de papel pues no se los puede aplicar (La autonomía refrendada no cuenta con los recursos para llevarse adelante y existe un nuevo marco constitucional que los hace inviables); los ataques del gobierno central al sector productivo nacional y cruceño en particular persisten; el proceso de destrucción sistemática de la institucionalidad republicana y la toma total del poder por parte del MAS no se han visto afectados ni en su voluntad ni en su ejecución; el gobierno logró perforar el concepto de autonomía departamental imponiendo otras de su conveniencia reconocidas en la NCPE; la posibilidad de la construcción de una nueva forma de liderazgo nacional a partir de las regiones se demostró inviable. Tanto es así que fracasó la estrategia planteada que la autonomía ni siquiera aparece en el escenario del debate político rumbo a las elecciones de diciembre y si en este momento se llamase a un cabildo autonómico no se repetirían las multitudinarias reuniones de ayer. Ha quedado para el recuerdo y la nostalgia la multitudinaria jornada del Cabildo del Millón.

Para decirlo breve y claro: el fracaso de la estrategia autonómica no es ni mucho menos una falacia sino una dura y concreta realidad. Una realidad que debe ser asumida con valentía e inteligencia para poder plantearnos nuevos horizontes y caminos.

La intención de la presente nota es explorar, a modo de autopsia, las razones para el fracaso de la estrategia planteada a fin de poder elaborar y purgar las causas del mismo. Es un intento vital por abrir un espacio necesario para la autocrítica a fin de no repetir errores. Revisemos ahora algunas de las causas del fracaso:

1. Los malos augurios. Cuando cae GSL en 2 003, y con él la tríada del poder ADN, MIR y MNR, aparece en el horizonte el MAS a paso firme a la toma del poder. En ese momento en Santa Cruz y a lo largo de toda la clase media y todo el sector productivo nacional se siente un estremecimiento que pronto derivó en una clara y concreta sensación de peligro. Ante esta realidad las elites empresariales y la dirigencia cruceña vuelcan sus miradas a la autonomía y ven en ella una tabla de salvación. Es en ese momento y bajo esas circunstancias que el discurso de la autonomía comienza a hacer carne entre el establishment cruceño. Fruto de esto es que la dirigencia plantea inicialmente la autonomía como una reivindicación cruceña. Más tarde sería que se plantearía como un tema de la media luna y muchísimo más tarde como un tema nacional. Eso de entrada marcó la tónica de una visión demasiado corta.

Paralelamente en esos momentos concurre el manifiesto de Nación Camba y el impacto que éste tuvo en el discurso dominante entre la dirigencia cruceña. En éste hay facetas que también hacen al fracaso no solo de la estrategia planteada sino al lugar mismo desde donde fue planteada la concepción de la dirigencia cruceña acerca de Santa Cruz, el cruceño y lo nacional: la tesis que se colige del discurso de Nación Camba es la escisión cruceña. Esto quiere decir que se entiende al ser cruceño como alguien escindido de lo nacional, donde lo nacional es un elemento extraño a lo camba, a lo cruceño; se ve en el estado nacional a lo antagónico del ser cruceño y esto termina haciéndose extensivo colectivo nacional; es un discurso con un fuerte componente chauvinista que quiere encontrar una Santa Cruz llena de cambas de pura cepa, sin la intromisión de “los otros”. Finalmente la posición de Nación Camba valida la noción de que en Bolivia hay “naciones” y a las 36 naciones del MAS le suma una más.

Esto implicó lastimosamente que la estrategia y la visión autonomista de la dirigencia cruceña nazcan asentadas en el miedo y la diferenciación del otro; en la búsqueda de un paraíso perdido en el que lo ajeno no nos toque y en la que lo nacional no es un valor sino un mal, una cruz que hay que cargar. Todos esos elementos están presentes en el discurso dominante entre la dirigencia cruceña y aunque son elementalmente refutables han tenido una consecuencia terrible: al afirmar la primacía de “lo camba” se ha imposibilitado ver la realidad actual y fáctica de que Santa Cruz es parte central e imprescindible de lo nacional; que Santa Cruz es mas bien y a todas luces la cuna, forja y síntesis de la nueva bolivianidad. Una bolivianidad que no es un bien ajeno a lo cruceño sino que es precisamente de lo que la Santa Cruz de hoy se trata en esa realidad real que se da positivamente más allá de las palabras y las nostalgias. El discurso de la dirigencia cruceña repite de memoria que los cruceños somos cambas de pura cepa, iyambae en medio, mientras ante nuestros ojos se dibuja una bolivianidad nueva y pujante a la que no nombra, a la que no parece llevarle el apunte.

2. Una mala lectura de la realidad. El estado boliviano vive una crisis histórica, con algunas treguas en medio, que no acaba de resolverse. El MAS no es sino un episodio más en esta historia. En algún momento se creyó que la autonomía podía funcionar como un escudo de protección frente a la crisis nacional. Esto ni fue ni es posible: es como cerrar la puerta del camarote cuando el barco se está yendo a pique. La dirigencia cruceña quiso abstraerse de la grave situación del estado nacional y hacer de cuenta que no era con ellos la cosa. Quiso creer que si se apuraba a tener aprobada la autonomía iban a quedar blindados sus espacios y sus intereses. A la vez la dirigencia cruceña no vio el tamaño ni la determinación del MAS ni supo comprender la naturaleza del enfrentamiento.

3. La pobre gestión del liderazgo departamental. A estas alturas pretender que se hizo una gestión digna y coherente en el tema de la autonomía por parte de la dirigencia departamental es padecer de una ceguera de proporciones vegetales. Absolutamente sumergida en sus propias taras y contradicciones, la dirigencia cruceña no fue capaz de obrar de modo articulado e inteligente. Al frente estaban los del MAS en plena forma política y aquí la dirigencia cruceña a tientas, improvisando, atacada desde adentro por la propia bancada parlamentaria departamental vía la aprobación del referéndum revocatorio; los grupos de poder protegiendo sus intereses y solo sus intereses; la institucionalidad cruceña usada como cobijo de radicales y violentos que en lugar de haber sido hechos a un lado fueron apañados. Uno de los más graves errores fue realizar el referéndum por los estatutos apoyándose en una figura legal vaga y en la ausencia del tribunal constitucional. A la larga eso le abrió las puertas al MAS para hacer también sus propios referendos que terminaron en la derrota de la oposición departamental. El camino correcto hubiera sido exigir el imperio del estado de derecho y de las instituciones de la república desde el principio, pero se optó por caminar por lados que a la larga terminaron validando el avasallamiento del MAS y que terminaron por meter a la oposición al juego del gobierno. Otra muestra de la pobreza del liderazgo departamental fue que se trivializó la gesta al tornarla un asunto de consignas: 2/3, si, no, iyambae; lo que debió ser una propuesta nacional con brillo y capacidad de debate fue reducida a estribillos.

4. La lógica de los grupos de poder. Pero la crítica que no se puede saltar a la dirigencia cruceña es que ésta ha pactado y representa en buena medida los intereses de grupos empresariales corporativos, los que comúnmente se conocen como grupos de poder o logias. Los grupos de poder han tomado el control de espacios que deben ser espacios políticos y no espacios corporativos. La razón por la cuál lo anterior es negativo es simple pero central: no se puede poner intereses donde debe haber ideología; una expectativa de conveniencia no hace una visión de país. Alguna gente dice que Santa Cruz no ha podido generar líderes de proyección nacional, la verdad es que los grupos de poder no han podido y en el camino, al ser ellos los que están en capacidad de otorgar apoyo económico y solo lo otorgan a sus allegados, no han permitido la promoción de nuevas voces políticas. Donde debería haber políticos nuevos está gente aupada por mero compromiso con los grupos de poder. Los grupos de poder tienen que entender que así como son ellos no están para jugar a la política y que si fuesen medianamente consecuentes con sus propios intereses deberían buscar, promocionar y apoyar a gente con verdadera vocación política antes que cerrarles el paso por no ser parte de su esquema. Lo que están logrando es atrofiar la voluntad política de los cruceños y ellos son y serán los más directos perjudicados. El poder en Santa Cruz debe retornar a políticos comprometidos con el bienestar de la sociedad civil y debe dejar los círculos manejados por los grupos de poder; los grupos de poder están para la acumulación de capital y no para otra cosa.

5. La fragmentación de la oposición nacional. Un efecto colateral inesperado de la estrategia autonómica fue que, al plantearse como algo regional versus lo nacional, se rompió la posibilidad de una respuesta orgánica de la clase media y el sector productivo nacionales frente a un proyecto político totalitario y que tiene a estos niveles de la sociedad como sus principales rivales y objetivos. Para colmo la dirigencia cruceña tomó abiertamente partido en el tema de la capitalidad forzando con ello a la clases media y al sector productivo paceños a cerrar filas en torno al MAS. Los que debieron ser los aliados naturales de Santa Cruz se tornaron desconfiados y recelosos respecto a una actitud entendida como oportunista por parte de la dirigencia cruceña. Esa era una batalla que no había porqué pelearla porque más ha sido lo que se ha perdido que lo que se ha ganado y a la larga le ha resultado increíblemente favorable al MAS para la consecución de sus fines porque le entregó en bandeja de plata las justificaciones para su discurso oriente/occidente como las dicotomías de lo boliviano. Cuando se debió mantener la cabeza fría y pragmática se procedió con tozudez y emotividad. La estrategia autonómica planteada como se planteó generó recelo en otros departamentos y castró la posibilidad de articular una alternativa nacional; generó una fragmentación que fue fácilmente aprovechada por el MAS.

6. La dirigencia cruceña y la integridad. La integridad es ese valor que nos enseñaban los mayores y que se refiere a no ir por la vida predicando una cosa y haciendo otra. La dirigencia cruceña anda recubierta de contradicciones que hacen poco creíbles y poco serias sus posiciones: se critica el racismo del MAS pero no dudan en llamar a otros bolivianos de collas de mierda en modo extremadamente despectivo; se quejan del corporativismo sindical del MAS pero conviven muy bien con el corporativismo empresarial cruceño; piden y exigen democracia pero mucha de la institucionalidad cruceña no es democrática; se critica el voto carretilla pero se vive bien con el modo en que se hacen las elecciones en las cooperativas de servicio cruceñas; se reivindica el mestizaje boliviano pero aquí somos cambas de pura cepa y los mestizos son ellos; y un etcétera demasiado largo.

7. La innecesaria cesión de los espacios de poder nacionales. Al cerrar la mirada en lo departamental se cedieron ingenuamente los espacios nacionales en una actitud casi autista. La dirigencia se cerró en su mundo departamental. Aún es posible recordar la voz de Rubén Costas que en sus discursos decía que aquí ya éramos autónomos y que si los otros querían vivir a su modo, allá ellos. Lo que en verdad decían esas palabras era: que el estado nacional se les caiga en la cabeza no es nuestro problema, aquí estamos muy bien en nuestro mundo cool y mejor que ni nos traigan sus malas noticias y sus problemas. Pero la terca realidad tocó nomás la puerta para hacernos comprender que la caída del estado nacional, su fracaso histórico, no es algo que se pueda soslayar. Eso requiere liderazgo nacional, asumir como propios los problemas del estado nacional y no como un espectador que ve la cosa de palco. Requiere reclamar los espacios de poder nacionales para trabajar las respuestas que el conjunto necesita porque en medio están las nuestras propias. Es una tarea ineludible.

8. Del precio del poder y de la victoria. Las victorias no son lugares pulcros y cristalinos. La jornada del héroe no es un paseo entre rosas por el parque. Al contrario, las victorias son lugares con heridos, caídos en el combate que no volverán ni a la vida ni al recuerdo. El poder y el liderazgo no vienen gratis. En la biografía de Santa Cruz no habrá, como siempre en la vida, una victoria a la cual llegar incólumes. Muchos de los que aportaron con su visión y su liderazgo, muchas de las nociones que sirvieron en su momento, no entrarán a la tierra prometida tal como el Moisés bíblico. La cruceñidad de hoy será necesariamente diferente de la cruceñidad que finalmente tomará las riendas de su destino y al hacerlo también tendrá que lidiar con el escenario nacional. El liderazgo que Santa Cruz requiere tiene un precio que la historia le demanda y es el de vivir y realizar la síntesis de la bolivianidad. Esta asimilación no es, no puede ser, de conveniencia y circunstancial: tiene que ser el espíritu mismo de la reversión del fracaso histórico del estado nacional boliviano. Finalmente por algún lado hay que empezar a construir un estado nacional y una bolivianidad que sirvan; lo más natural resultaría que la visión de un estado integrador y real parta de la región en la cual ciudadanos bolivianos venidos de todas partes se han reunido para hallar y forjar su destino y de ese modo también el destino del conjunto. Santa Cruz es a su modo el bolivian dream y la sede cosmobolita de una nueva utopía. Santa Cruz no debe regalar los espacios que hoy por hoy le deben ser propios, no debe ceder la iniciativa. El departamento más importante y pujante de Bolivia debe asumir su destino porque sino se expone innecesariamente a que otros lo hagan en su lugar y a su nombre. Esta en manos de los cruceños no solo el porvenir de nuestra Santa Cruz, en medio se nos va también nuestra Bolivia.

Fuente:eForo Bolivia » Autonomía: el fracaso de la estrategia

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