Las propuestas programáticas presentadas, por su simpleza, son un pésimo anticipo de lo que se puede esperar de algunos candidatos
Durante los últimos días, dando una señal que puede ser interpretada como una decisión de presentarse solos a las elecciones generales de diciembre próximo, varios aspirantes a candidatos han presentado algunas ideas sueltas como si de su plan de gobierno se tratara. Y lo han hecho con un tono de suficiencia que ha dejado más dudas de las que ya existían sobre su contacto con la realidad nacional.
¿De qué país están hablando? es la pregunta que espontáneamente surge cuando se los oye exponer con todo entusiasmo su plan de acción para hacer frente al proyecto político del MAS.
Hacer baterías de litio, producir alimentos orgánicos y hacer de las personas el principal recurso del país son los ejes centrales de las tres propuestas hasta ahora presentadas. Con razón alguien comparó tal manera de afrontar la campaña electoral con la ya clásica imagen de la orquesta que interpretaba suaves melodías mientras se hundía el Titanic. Se diría que para esos candidatos, de lo que se trata es de elegir entre una melodía y otra. Y lo que está en disputa es quién será el que dirija la orquesta.
Ninguno de los tres candidatos que han presentado las líneas centrales de sus respectivos programas de gobierno ha dicho ni una sola palabra sobre los problemas de fondo que han puesto a nuestro país en uno de los momentos más decisivos de su historia. Se diría, a juzgar por la simpleza de sus planteamientos, que su pérdida de contacto con la realidad es total.
Es sorprendente, por ejemplo, que todos coincidan en soslayar absoluta y totalmente todo lo referido a las profundas transformaciones que están produciendo en nuestro país. La nueva Constitución Política del Estado, por ejemplo, no parece merecer ni un simple comentario. Se diría que están muy conformes con ella y lo único que pueden proponer al respecto es llevarla a la práctica con más eficiencia que sus autores.
Es como si no se hubieran enterado de que lo que está en juego en Bolivia es algo más, muchísimo más, que el nombre de quien repartirá dádivas durante los próximos años. Se diría que no aspiran a ser los conductores de un proyecto alternativo de país sino buenos administradores del que está en proceso de ejecución; buenos viceministros de alguna repartición burocrática del nuevo Estado “Plurinacional”.
Tal manera de afrontar los enormes desafíos que plantea la nueva realidad económica, política y social de Bolivia sólo se puede comprender si se parte de la suposición de que nada importante ha ocurrido durante los últimos años. Como si la “revolución política y cultural” encabezada por el MAS fuera sólo un bache en el camino sobre el que se puede saltar con el impulso de una buena dosis de optimismo e ingenuidad.
Si esa es la manera como los candidatos de oposición se proponen hacer frente a los desafíos que tienen al frente, es poco lo que de ellos se puede esperar.
jueves, 20 de agosto de 2009
martes, 18 de agosto de 2009
Más escollos en el proceso electoral
Ante la indiferencia de la oposición, y para beneplácito del oficialismo, se multiplican los escollos en el camino que conduce a las urnas
Hace algo más de un par de semanas, cuando se inició en nuestro país el empadronamiento biométrico de las personas habilitadas para votar en las elecciones previstas para diciembre próximo, una oleada de optimismo se llevó las muchas dudas y temores que hasta entonces se cernían sobre la viabilidad y transparencia del proceso electoral.
La puesta en funcionamiento de los primeros equipos, y los primeros reportes oficiales del Órgano Electoral “Plurinacional”, alimentaron el optimismo a pesar de que desde el principio se detectaron muchas dificultades. Mientras tanto, la oposición se olvidó del tema y el oficialismo puso en marcha la cuenta regresiva del plazo que le dio al OEP para que demuestre con los hechos que sí es posible cumplir el cronograma previsto.
Ya faltan sólo cinco días para que se cumpla el plazo que con un gesto de condescendencia dio el MAS y, desgraciadamente, hay motivos para temer que el próximo 23 se reanudará la ofensiva oficialista para resucitar el viejo padrón.
Las razones en las que se basa ese temor son muchas. Es que a pesar del enorme espíritu cívico con que la ciudadanía se movilizó masivamente para empadronarse, el ritmo al que avanza el registro no es el que se esperaba y a ello se suma un sinfín de dificultades técnicas, entre las que se destaca el alto porcentaje de equipos que dejaron de funcionar sólo dos semanas después de haber sido estrenados.
Pero ese no es el único problema. Hay otros, como la delimitación de las circunscripciones “indígena originario campesinas”, cuya potencial carga explosiva recién se ve cuando se intenta llevar a la práctica muchas de las disposiciones de la nueva Constitución
Es tan enorme el embrollo, y tan limitadas las posibilidades del Órgano Electoral de hacerse cargo de él, que los vocales no tuvieron mejor idea que soslayar el asunto a través de una resolución de sala plena mediante la que se decidió que no se delimitarán las siete circunscripciones especiales. Se determinó la creación de “asientos electorales indígenas” y “asientos electorales mixtos” en toda la extensión de los departamentos donde los pueblos originarios podrán inscribirse para votar por sus candidatos.
El asunto, al que hasta ahora nadie dio la importancia que merece, es de una gravedad aún mayor que el relativo al empadronamiento. Es que además del caos que implica, deja abierta la posibilidad de que en los “asientos electorales indígenas” y en los “asientos electorales mixtos”, se cometa todo tipo de arbitrariedades cuando llegue el momento de elegir a los diputados “indígena originario campesinos”. De hecho, la oposición no tendrá, tal como están las cosas, ni la más remota posibilidad de participar, pues los candidatos serán elegidos en cabildos y asambleas plenamente controlados por el MAS.
domingo, 16 de agosto de 2009
La filosofía política de Evo Morales
“Si tenemos nuestra Constitución, no debería basarse en leyes (…) Ahí nuestros abogados no nos han orientado muy bien”
Si hay algo de lo que jamás se podrá acusar al presidente Evo Morales, es de falta de sinceridad. Por el contrario, a diferencia de lo que suele caracterizar a los líderes políticos en Bolivia y en cualquier parte del mundo, tiene la virtud de expresar lo que “siente” sobre los temas que lo preocupan con una franqueza admirable.
Entre los sentimientos que con más frecuencia expresa hay uno que se destaca. Es el profundo desprecio que le inspiran las leyes y todo lo que se relaciona con ellas. Como se recordará, en más de una oportunidad dijo que las leyes son un estorbo y por eso “le mete nomás” y que para arreglar los estropicios que esa manera de actuar ocasiona están los abogados que lo rodean.
Hasta ahora, Morales parecía muy conforme con los servicios que le presta el batallón de abogados que han puesto sus conocimientos y habilidades al servicio del “proceso de cambio” asesorándolo a cada paso sobre la mejor manera de eludir “el estorbo de la ley”. Pero ahora está muy decepcionado de ellos y así lo hizo saber a través de un discurso, ante una multitud que lo vitoreaba en El Alto. Los acusó públicamente de haber hecho mal su trabajo al elaborar el texto de la nueva Constitución Política del Estado. “Ahí tal vez nuestros abogados no nos han orientado muy bien”, afirmó al expresar su descontento.
Lo que le parece tan mal al primer mandatario, lo que desde su punto de vista es un inadmisible error de los jurisconsultos que lo asesoran, es que la aplicación de la Constitución tenga que estar sujeta a un régimen legal. “En muchos artículos de la nueva Constitución dice ‘este artículo estará sujeto a la aplicación de una nueva ley.’ (…) Si tenemos nuestra Constitución, no debería basarse en leyes”, dijo.
Como se ve, las expectativas que tenía el Presidente sobre las virtudes del nuevo texto constitucional eran otras. Él esperaba un mejor fruto de todo el esfuerzo hecho, de las luchas, las muertes, la sangre derramada para aprobar la nueva Constitución. Lo que esperaba era una Constitución que le permita gobernar libre del estorbo de cualquier ley. Es decir, gobernar como un verdadero autócrata.
Pero Evo Morales no ha perdido la esperanza. En el mismo discurso que comentamos, afirmó estar seguro de que el pueblo, el 6 de diciembre, enmendará, a través de su voto, los desaciertos de sus abogados y los asambleístas que no comprendieron que “la nueva Constitución no debería basarse en leyes”. Confía para eso en que el MAS obtenga dos tercios de la próxima Asamblea Legislativa. Habrá que suponer que, además de ello, tendrá especial cuidado en que los nuevos asambleístas no sean tan legalistas como los que hasta ahora no fueron capaces de entender algo tan sencillo como lo que desea el presidente del “Estado Plurinacional.”.
La movida diestra (Marcelo Gonzáles Yaksic)
Desde esta columna no nos cansaremos de insistir que la conformación de un frente único y la selección de un candidato poderoso y aglutinador son las tareas pendientes y más urgentes que tiene la oposición política boliviana. Separadamente, cada uno de los candidatos opositores ha avanzado en el diseño de sus planteamientos de gobierno, que perfectamente coinciden en las grandes líneas doctrinales. Son el Estado de Derecho, la democracia y la libertad los valores primordiales que ellos se han propuesto recuperar. Entonces, ¿qué los separa? Son sus demonios internos y envidias que aún les están impidiendo concertar y concentrar sus fuerzas en torno a un líder carismático.
Para superar este entuerto y, ante todo, esos malos entendidos, se siente en el ambiente que ya está operando una central de diestros políticos, que seguramente está a cargo de gente experta en esos devaneos de caminar y tropezar en política. Los indicados son esos partidarios que han dado muestras tangibles de vitalidad espectacular a lo largo de la historia reciente de nuestro país, luego de haber estado tumbados mortalmente en el suelo, y que todos creían esfumados. Pero, para clasificar en este grupo una condición esencial ha debido ser impuesta y se refiere a que el currículo del operador esté cargado de éxitos políticos tangibles y memorables. En esa central no entran los ridículos y aplazados “gladiadores de la política”, que ahora rodean y asesoran a cada uno de los candidatos, justamente para que no destilen sus venenos y frustraciones en ese proyecto unificador, que puede fracasar por falta de tacto, humildad y pericia.
Para derrotar al MAS se requiere el desprendimiento de los intereses personales de Cárdenas, Doria Medina, Reyes Villa, Joaquino, Antelo y otras personas con pueriles aspiraciones, como Tuto Quiroga, por ejemplo. Deben ser ellos que aporten generosamente sus visiones democráticas; y reconozcan que lo que se necesita es un líder más humano y accesible; y no precisamente un político divinizado para que encabece ese frente único. Ellos, erróneamente, han arrancado con campañas electorales endiosadoras y demasiado perfectas, que lo único que han logrado es revolver y confundir el escenario o dividir a los bolivianos y bolivianas que ahora quieren y buscan “un solo cambio real y distinto”; y no “un racimo de cambios”.
Parece que este proyecto inteligente de concentración está en marcha, porque alguien ya les tocó el oído a los candidatos y les bajó las ínfulas de superioridad que estaban evacuando en cada lugar que visitaban para proclamarse. Ellos han generando unas inexplicables auras de divinidad que ni sus propios acólitos las creían. Muestra de esta intervención moderadora y moduladora queda reflejada en el semblante de cada candidato opositor, ya que ninguno de ellos está mostrando esas caras ajenas de felicidad o de regocijo. Ese ambiente no fue producto del miedo de enfrentar al MAS, sino fue provocado por la decepción de tener que ceder de forma obligatoria a favor de un líder concentrador; y quedar lastrados en un papel secundario de asambleísta en franja de seguridad.
Otro asunto que ha mejorado el escenario es que los eternos financiadores de campañas políticas han condicionado sus aportes y apuestas en dinero al frente ganador y al único líder, a ese que todos los candidatos renunciantes deberán señalar, para que sus militantes y simpatizantes le ayuden con su voto. La movida es lúcida y todo por el bien general. Así sea.
==============
fojascero@gmail.com
fojascero.blogspot.com
Para superar este entuerto y, ante todo, esos malos entendidos, se siente en el ambiente que ya está operando una central de diestros políticos, que seguramente está a cargo de gente experta en esos devaneos de caminar y tropezar en política. Los indicados son esos partidarios que han dado muestras tangibles de vitalidad espectacular a lo largo de la historia reciente de nuestro país, luego de haber estado tumbados mortalmente en el suelo, y que todos creían esfumados. Pero, para clasificar en este grupo una condición esencial ha debido ser impuesta y se refiere a que el currículo del operador esté cargado de éxitos políticos tangibles y memorables. En esa central no entran los ridículos y aplazados “gladiadores de la política”, que ahora rodean y asesoran a cada uno de los candidatos, justamente para que no destilen sus venenos y frustraciones en ese proyecto unificador, que puede fracasar por falta de tacto, humildad y pericia.
Para derrotar al MAS se requiere el desprendimiento de los intereses personales de Cárdenas, Doria Medina, Reyes Villa, Joaquino, Antelo y otras personas con pueriles aspiraciones, como Tuto Quiroga, por ejemplo. Deben ser ellos que aporten generosamente sus visiones democráticas; y reconozcan que lo que se necesita es un líder más humano y accesible; y no precisamente un político divinizado para que encabece ese frente único. Ellos, erróneamente, han arrancado con campañas electorales endiosadoras y demasiado perfectas, que lo único que han logrado es revolver y confundir el escenario o dividir a los bolivianos y bolivianas que ahora quieren y buscan “un solo cambio real y distinto”; y no “un racimo de cambios”.
Parece que este proyecto inteligente de concentración está en marcha, porque alguien ya les tocó el oído a los candidatos y les bajó las ínfulas de superioridad que estaban evacuando en cada lugar que visitaban para proclamarse. Ellos han generando unas inexplicables auras de divinidad que ni sus propios acólitos las creían. Muestra de esta intervención moderadora y moduladora queda reflejada en el semblante de cada candidato opositor, ya que ninguno de ellos está mostrando esas caras ajenas de felicidad o de regocijo. Ese ambiente no fue producto del miedo de enfrentar al MAS, sino fue provocado por la decepción de tener que ceder de forma obligatoria a favor de un líder concentrador; y quedar lastrados en un papel secundario de asambleísta en franja de seguridad.
Otro asunto que ha mejorado el escenario es que los eternos financiadores de campañas políticas han condicionado sus aportes y apuestas en dinero al frente ganador y al único líder, a ese que todos los candidatos renunciantes deberán señalar, para que sus militantes y simpatizantes le ayuden con su voto. La movida es lúcida y todo por el bien general. Así sea.
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fojascero@gmail.com
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En busca de líderes (VeDOBLE)
Todos los animales –incluido el hombre– necesitan un conductor, un líder, pues en ninguna especie de la escala zoológica los individuos pueden enfrentar solos la lucha por la vida. Este es gran problema de los viejos rebaños políticos bolivianos: sus líderes han entregado el alma al diablo o están muy desportillados. ¿Dónde conseguir alguien que conduzca con éxito hasta las peras del árbol?
En tiempos de Trucutú, un aspirante a mandamás en la horda primitiva –o sea al poder– hacía más o menos lo mismo que los lobos para imponerse en la manada: nada de sesos ni argumentos, sino muchos mordiscos o garrotazos. Pero, andando el tiempo, la astucia se impuso a la fuerza: hoy, el hombre civilizado no necesita buenos músculos ni grandes garrotes, sino lengua larga, desfachatez y, a falta de dinero, padrinos poderosos.
El gran problema –no de los partidos, sino del país– es que los jefes o líderes son fatalmente candidatos presidenciales, fatalmente eternos, y sólo la senectud o la muerte los ponen en su lugar. Cuando los líderes “naturales” e “indiscutibles” pasan a retiro obligado o al cementerio, es difícil reemplazarlos porque no crecen en los árboles. ¿Qué hacer? ¿Poner un aviso en los clasificados de la prensa?
Sin embargo, tienen experiencia, tecnología y materia prima para fabricar uno. Sus productos nunca han sido de buena calidad; pero a falta de pan, buenas son tortas. Tienen también otro recurso: importar uno fabricado en USA, o sea recuperar nuestra materia prima y con valor agregado, gracias a la tecnología gringa. Ese fue el caso de Goni, que apareció como por arte de magia: nada por aquí, nada por allá y, de repente, ahí estaba el líder, como quien saca un conejo de un sombrero.
La sociología, ciencia de estos tiempos, no ha podido descubrir las cualidades que hacen a un líder. Nos hablan de “carisma”, cosa que nadie sabe en qué consiste. ¿Por qué Hitler y Gandhi arrastraban multitudes, siendo tan distintos? ¿Era carismático George W. Bush? Quizá cada cultura produce liderazgos con mecanismos propios, pues es difícil imaginar un líder alemán que hable su idioma a patadas o uno estadounidense que apenas farfulle Spanglish. Pero Bolivia es un país distinto: estropear el español fue uno de los secretos para el éxito de Goni. Quizá lo aprendió de Nat King Cole, cantor que en los años cincuenta triunfó más por su mal castellano que por su buena voz.
Goni, desconocido hasta entonces, fue uno de los ingredientes para la resurrección del ya difunto MNR. ¿Era un líder popular y carismático que, como todo buen superhéroe gringo, apareció justo a tiempo para salvar a un glorioso partido en agonía? ¿Una especie de Mesías llegado del Norte o un Supermán criollo “made in USA”? Era sólo un político ambicioso que había aprendido algunas mañas gringas: sonreír eternamente, aunque duela la barriga, y largarse un par de chistes baratos para escabullirse de una situación embarazosa. Su estilo desfachatado y casual cautivó a un pueblo ya empalagado con caudillos de opereta, monolíticos, con caras de palo, con el ceño fruncido, ridículamente solemnes. Su imagen importada pasó de boca en boca con la pegajosa facilidad de la Coca Cola y del “chewing gum”; pero la pompa de jabón se desinfló con un simple pinchazo y tuvo que poner los pies en polvorosa.
Un líder no es un redentor ni un benefactor, sino un espejo de los vicios y de las frustraciones de sus seguidores. Si los partidos políticos quieren resolver sus problemas, que no atingen al pueblo boliviano, no deberían buscar líderes, sino invocar al Chapulín Colorado.
En tiempos de Trucutú, un aspirante a mandamás en la horda primitiva –o sea al poder– hacía más o menos lo mismo que los lobos para imponerse en la manada: nada de sesos ni argumentos, sino muchos mordiscos o garrotazos. Pero, andando el tiempo, la astucia se impuso a la fuerza: hoy, el hombre civilizado no necesita buenos músculos ni grandes garrotes, sino lengua larga, desfachatez y, a falta de dinero, padrinos poderosos.
El gran problema –no de los partidos, sino del país– es que los jefes o líderes son fatalmente candidatos presidenciales, fatalmente eternos, y sólo la senectud o la muerte los ponen en su lugar. Cuando los líderes “naturales” e “indiscutibles” pasan a retiro obligado o al cementerio, es difícil reemplazarlos porque no crecen en los árboles. ¿Qué hacer? ¿Poner un aviso en los clasificados de la prensa?
Sin embargo, tienen experiencia, tecnología y materia prima para fabricar uno. Sus productos nunca han sido de buena calidad; pero a falta de pan, buenas son tortas. Tienen también otro recurso: importar uno fabricado en USA, o sea recuperar nuestra materia prima y con valor agregado, gracias a la tecnología gringa. Ese fue el caso de Goni, que apareció como por arte de magia: nada por aquí, nada por allá y, de repente, ahí estaba el líder, como quien saca un conejo de un sombrero.
La sociología, ciencia de estos tiempos, no ha podido descubrir las cualidades que hacen a un líder. Nos hablan de “carisma”, cosa que nadie sabe en qué consiste. ¿Por qué Hitler y Gandhi arrastraban multitudes, siendo tan distintos? ¿Era carismático George W. Bush? Quizá cada cultura produce liderazgos con mecanismos propios, pues es difícil imaginar un líder alemán que hable su idioma a patadas o uno estadounidense que apenas farfulle Spanglish. Pero Bolivia es un país distinto: estropear el español fue uno de los secretos para el éxito de Goni. Quizá lo aprendió de Nat King Cole, cantor que en los años cincuenta triunfó más por su mal castellano que por su buena voz.
Goni, desconocido hasta entonces, fue uno de los ingredientes para la resurrección del ya difunto MNR. ¿Era un líder popular y carismático que, como todo buen superhéroe gringo, apareció justo a tiempo para salvar a un glorioso partido en agonía? ¿Una especie de Mesías llegado del Norte o un Supermán criollo “made in USA”? Era sólo un político ambicioso que había aprendido algunas mañas gringas: sonreír eternamente, aunque duela la barriga, y largarse un par de chistes baratos para escabullirse de una situación embarazosa. Su estilo desfachatado y casual cautivó a un pueblo ya empalagado con caudillos de opereta, monolíticos, con caras de palo, con el ceño fruncido, ridículamente solemnes. Su imagen importada pasó de boca en boca con la pegajosa facilidad de la Coca Cola y del “chewing gum”; pero la pompa de jabón se desinfló con un simple pinchazo y tuvo que poner los pies en polvorosa.
Un líder no es un redentor ni un benefactor, sino un espejo de los vicios y de las frustraciones de sus seguidores. Si los partidos políticos quieren resolver sus problemas, que no atingen al pueblo boliviano, no deberían buscar líderes, sino invocar al Chapulín Colorado.
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