domingo, 13 de septiembre de 2009

Hacia una reedición del reciente pasado (Editorial de Los Tiempos)

Todo parece indicar que Bolivia se encamina hacia una reedición de la desigual confrontación de fuerzas de los últimos años. Un escenario poco alentador

La presentación de las listas de candidatos que terciarán en pos de la Presidencia y Vicepresidencia del Estado Plurinacional, unos, y de una senaduría o diputación en la Asamblea Legislativa Plurinacional, los demás, ha terminado de configurar el escenario político nacional de los próximos años.

Las ocho fórmulas inscritas --más de lo que cabía suponer tras el retiro de algunos de los aspirantes a representar a la oposición— muestran un cuadro que se puede dividir en tres grandes bloques. Uno, del que forman parte cuatro candidaturas que por lo irrelevantes que son no merecen ni ser tomadas en cuenta. El segundo, del que forman parte Unidad Nacional y Alianza Social, que en el mejor de los casos logrará una que otra diputación, sin ninguna posibilidad de influir en el futuro inmediato. Y el tercero, que es el realmente importante, compuesto por el MAS y Plan Progreso, donde tiende a concentrarse el grueso de la votación del oficialismo y de la oposición respectivamente.

En el primer bloque mencionado sobresale el caso de Gente, la agrupación que intentó presentar la candidatura de Víctor Hugo Cárdenas y que a último momento puso su sigla a disposición de líderes disidentes del MAS y antiguos rivales de Evo Morales, como Román Loayza y Felipe Quispe, lo que ha dejado una muy penosa sombra de duda sobre la integridad ética de Cárdenas y la gente que lo rodeó en su afán.

Tan brusco viraje hace sospechar que el despecho, el resentimiento y la mezquindad fueron tan grandes que motivaron una actitud que da cuenta de la fragilidad del ideario, los principios y valores de un grupo de personas que en algún momento parecieron merecedores de la confianza de quienes vieron en ese proyecto político una fuente de esperanza. Es de esperar que Cárdenas pueda explicar el papel que jugó, si jugó alguno, en tan vergonzosa pirueta política.

La consolidación del Plan Progreso como principal, si no única opción opositora, por su parte, deja más dudas que certezas sobre la solidez de una coalición que, por lo menos hasta ahora, no presenta nada más que el “antievismo” como elemento aglutinador de sus miembros y potenciales votantes. El riesgo de que se repita la experiencia Podemos a partir del día siguiente de la votación es demasiado grande, y así lo confirma la composición de sus listas de candidatos. Puede llegar a ser una exitosa fórmula electoral, pero nada permite suponer que de ahí pase a convertirse en un instrumento político de verdad.

En ese contexto, todo parece indicar que Bolivia se encamina hacia una reedición de la desigual confrontación de fuerzas de los últimos años. Un escenario poco alentador.

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