viernes, 14 de agosto de 2009

Avasallamiento electoral


Sólo con lamentos se responde a un plan de acción que mediante diversos artilugios se propone lograr un avasallamiento electoral

Como para que a nadie le quede ninguna duda sobre la firmeza con que se propone recurrir a cuanto método esté a su alcance para asegurar un triunfo en las elecciones de diciembre, y sobre el profundo desprecio que le inspira el régimen legal vigente, incluida la Constitución Política del Estado que logró imponer, el Movimiento al Socialismo ha ratificado su decisión de aplicar el “voto comunitario” o “voto consigna”.
De nada sirve que el artículo 197 del Código Electoral vigente establezca claramente que “la persona civil, policial o militar que coaccione, atemorice o violente a trabajadores subalternos de su dependencia o a cualquier otro ciudadano para que se afilien a determinado partido político, agrupación ciudadana, pueblo indígena o alianza, o para que voten por cierta lista o partido político, agrupación ciudadana, pueblo indígena o alianza será sancionada con la privación de libertad de hasta seis meses”.
Exactamente lo mismo puede decirse del traslado masivo de personas a Pando, a donde están siendo llevados miles de los más leales militantes del MAS con el expreso propósito de que su “voto comunitario” le asegure el triunfo en ese Departamento.
Además de ello, hay motivos para sospechar que más solapadamente, pero con el mismo objetivo, se están produciendo migraciones internas de una circunscripción a otra. Muchos de los residentes en las circunscripciones en las que el MAS tiene asegurada una votación masiva estarían inscribiéndose en aquellas en las que la oposición tiene más posibilidades de ganar. Así, no sería extraño que la fórmula oficialista se alce con victorias incluso en zonas consideradas bastiones de la oposición.
Ambos procedimientos –el “voto comunitario” y las artificiosas migraciones internas-- tienen una doble dimensión. Por una parte, la estrictamente legal, y por otra la política. Cualquier acción para contrarrestarlos tendría pues que contemplar ambos aspectos.
En lo que a la legalidad corresponde, no tendría que haber lugar a dudas. Es tan claro lo que manda la ley que en circunstancias normales ya se habrían aplicado los procedimientos previstos para evitar tan desembozadas formas de manipular la voluntad de la ciudadanía. El problema es que en nuestro país estamos lejos de vivir circunstancias normales, pues como lo ha afirmado con toda franqueza en más de una ocasión el Presidente Evo Morales, “lo político está por encima de lo jurídico”. Y como ya se ha demostrado más de una vez, esa es la cruda realidad.
Sólo cabría pues esperar que una eficiente labor de las fuerzas opositoras, a través de una presencia activa y organizada a lo largo y ancho del territorio nacional, ejerza control y supervisión tanto del proceso de empadronamiento como del acto electoral. Pero como tal fuerza de oposición no existe, es probable que sólo con lamentos se responda a un plan de acción que, al paso que vamos, se encamina a la instauración de un régimen de partido único.

jueves, 13 de agosto de 2009

Una asamblea ciudadana en la red

Por primera vez en nuestro país, Internet será escenario de una campaña política. Evitar la dispersión de la oposición es el objetivo

Desoyendo el clamor de amplios sectores de la ciudadanía que angustiosamente esperan la conformación de una fórmula electoral capaz de hacer frente al Movimiento al Socialismo en las próximas elecciones generales, los principales aspirantes a candidatos han anunciado su decisión de ir cada uno por su propio camino. Tal decisión, como es evidente, sólo puede dar lugar a una estrepitosa derrota de todos ellos y, por consiguiente, asegurar a la fórmula oficialista el control total del poder legislativo durante los próximos cinco años.
Ante tan incomprensible acto de suicidio político, diversas agrupaciones ciudadanas han decidido emprender una campaña encaminada a presionar a los principales candidatos opositores, o por lo menos a algunos de ellos, para que se pongan a la altura de la responsabilidad que les han impuesto las circunstancias y depongan sus aspiraciones personales para ponerse al servicio de una cusa superior.
Una de esas iniciativas es la del Colectivo Sí Bolivia, que ha convocado a una “Asamblea Ciudadana en la Red” con el propósito de hacer oír la voz de quienes no están dispuestos a ver pasivamente cómo se dilapida la que es probablemente la última oportunidad de evitar que en Bolivia se imponga un régimen autoritario avalado por las urnas.
“Si no logramos convencer a los candidatos amigos de esta imperiosa necesidad, el MAS concluirá ganando no sólo las elecciones a Presidente, sino las otras, a diputados y senadores, fruto de la dispersión, la falta de acuerdos y la desorganización”, afirman los que convocan a la asamblea virtual.
“Si los líderes de la oposición no logran ponerse de acuerdo, serán los responsables de una derrota descomunal e histórica; las nuevas generaciones podrán juzgarlos y condenarlos como a quienes les impidieron avanzar hacia el Siglo XXI y permitieron un salto hacia atrás, en manos de un Evo Morales de poder absoluto, que nos embarrancará en un proyecto propio de siglos pasados”, agregan.
Aclaran, sin embargo, que la unidad propuesta tiene sus límites. No se trata de mezclar indistintamente a todos quienes se oponen al proyecto político del MAS sino a quienes, además de oponerse, pueden ofrecerle a nuestro país un proyecto de futuro basado en un conjunto de valores y principios firmemente comprometidos con la libertad y la democracia. Quedan pues, implícitamente excluidos ciertos sectores de la oposición cuyos antecedentes los descalifican para ser parte de tal esfuerzo.
La campaña, cuyo primer paso es la Asamblea en la Red, se propone difundir la demanda a través de mecanismos múltiples, como las listas de distribución, las redes sociales, los diarios ciudadanos, la blogósfera y el sistema Twitter, dentro y fuera de Bolivia.
El encuentro ha sido convocado para hoy, jueves 13, entre las 17:30 y las 20:30 en el sitio www.asamblea.sibolivia.net

miércoles, 12 de agosto de 2009

¿Están de más las mujeres del MAS?

Paradójicamente, ha sido una de las más destacadas líderes del MAS la que ha propuesto que las mujeres cedan sus espacios a los varones

Cuando ya sólo quedan tres semanas para que se cumpla el plazo que el cronograma electoral establece para la inscripción de los candidatos a la presidencia, vicepresidencia, diputados y senadores, han comenzado a salir a la luz las dificultades que la elaboración de las listas plantea a las organizaciones políticas que se proponen participar en la lid de diciembre próximo.
Tales dificultades afectan tanto a la fórmula del oficialismo como a las muchas en las que se dispersan los esfuerzos de la oposición. Hay, sin embargo, una enorme diferencia entre lo que ocurre en las filas del MAS, que ya está dando los toques finales a sus listas, y lo que mantiene a la oposición sin poder conjurar las pugnas internas que la tienen dividida.
En la oposición, a las enormes dificultades que plantea la abundancia de candidatos a la presidencia se suma la proliferación de aspirantes a un curul parlamentario. Son tantas y tan desmedidas las ambiciones personales que están en juego, que son sin duda un obstáculo para la unidad aún mayor que las aspiraciones de quienes pretenden encabezar las fórmulas que están en gestación.
En las filas del MAS, por su parte, pese a la enorme ventaja que le lleva a la oposición en éste como en otros aspectos de la carrera electoral, las dificultades no son menores. Una muestra de lo anterior es la pugna que se ha desatado pero no entre fracciones dividas por discrepancias políticas o ideológicas, sino por algo más práctico y concreto: las cuotas de género.
Es que según lo establecido por el artículo 9 de la Ley de Régimen Electoral Transitorio, “Las listas de candidatas y candidatos (…) deberán respetar la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres”. Y eso no gusta nada a los varones del MAS que se niegan a compartir con las mujeres la oportunidad de ser protagonistas, desde la “Asamblea Plurinacional”, del “proceso de cambio”.
Paradójicamente, ha sido una de las más destacadas líderes femeninas del MAS la que ha propuesto que las mujeres cedan voluntariamente sus espacios políticos a candidatos varones “porque se sienten poco preparadas”. “Los espacios (para candidatos) nos tienen que buscar a las mujeres y no las mujeres a esos espacios”, ha dicho, lo que con razón ha desencadenado airadas reacciones de las muchas mujeres que aspiran al cincuenta por ciento de la próxima bancada oficialista.
Como se ve, el MAS está ante una nueva oportunidad para mostrar cuán dispuesto está a llevar sus postulados de las declaraciones líricas a la práctica. Sólo que en este caso, además de la voluntad de sus dirigentes, está de por medio la ley. Y ésta es tan clara al respecto, que será muy difícil que, como en ocasiones anteriores, se recurra a triquiñuelas formales para eludir la obligación de dar a las mujeres tanta participación como a los varones.
Los movimientos feministas que apoyan al MAS tienen ahora la palabra.

martes, 11 de agosto de 2009

Muchos candidatos, ni un líder


Mientras el horizonte visual de los aspirantes candidatos se limite al próximo proceso electoral, será poco lo que de ellos se pueda esperar

Cuando ya falta menos de un mes para que venza el plazo para que se inscriban las fórmulas que lidiarán en las elecciones de diciembre próximo, la impaciencia con que amplios sectores de la ciudadanía esperan el surgimiento de una alternativa al Movimiento al Socialismo se va convirtiendo en angustia y desesperación. Es que mientras el oficialismo avanza a grandes pasos hacia su objetivo de conquistar a través de las urnas el poder absoluto, ninguna de las fracciones en que está dividida la oposición da suficientes señales de vida.
Lejos de ello, con cada día que pasa aumentan los motivos para temer que en Bolivia no están dadas aún las condiciones para que se consolide un proyecto de país alternativo al que ofrece el MAS. Abundan los aspirantes a candidatos pero continúa brillando por su ausencia una fórmula que ofrezca un liderazgo, un ideario y una organización, las tres condiciones imprescindibles para una acción política eficaz.
La inexistencia de un liderazgo que esté a la altura del desafío es la mayor de las debilidades. Ninguno de los aspirantes a candidatos tiene la talla suficiente para ser considerado líder, y eso es muy grave cuando tampoco existen partidos políticos organizados, y mucho menos un conjunto de ideas, una doctrina, que pueda aglutinar a los potenciales electores alrededor de algo más que una figura individual.
La inexistencia de un liderazgo, que contrasta con la abundancia de aspirantes a candidatos, es el reflejo de un fenómeno mucho más profundo que el atribuible a desmedidas ambiciones personales. Es un síntoma más de las dificultades que tiene una parte de la sociedad boliviana, la que no se identifica con el “proceso de cambio”, para comprender, asimilar y afrontar una realidad cuya complejidad supera con mucho las interpretaciones que de ella se suelen hacer.
Como lo muestran sus actos, o la falta de ellos, el horizonte visual de los candidatos de la oposición no abarca más allá del próximo proceso electoral, mientras el oficialismo no exagera cuando sostiene que su plan de acción apunta a los próximos 50 años.
Hace ya más de un siglo y medio Abraham Lincoln reflexionó sobre ese problema. Dijo que mientras lo que le preocupa a un candidato son las próximas elecciones, a un auténtico líder le preocupan las próximas generaciones. Uno tiene la vista fija en el corto plazo y lo rentable para sus aspiraciones personales y las de quienes lo rodean; el otro está mirando a largo plazo, señalando rutas y buscando soluciones a los problemas fundamentales de su país.
Como es fácil constatar, esa diferenciación se ajusta plenamente a lo que ocurre en las filas de la oposición. Los expertos en el “marketing” político han ocupado el lugar de los estadistas, y el cálculo aritmético guía los actos de los aspirantes a candidatos y no la necesidad de abrir un nuevo cauce para el proceso histórico que se desarrolla.

lunes, 10 de agosto de 2009

Un país en transición


Es irresponsable caer en la autocomplacencia y afirmar, entre quienes detentan el poder, que el cambio está hecho y es perfecto. Y es también desafortunado que algunos sectores, sobre todo políticos, no consigan asimilar que los tiempos que corren son otros

La celebración del aniversario patrio en la ciudad de Sucre, además de marcar el retorno, después de dos años, del Presidente de la República a esa Capital, ha tenido varias connotaciones.
Han pasado tres años desde aquella vez cuando Sucre fue el centro de la atención nacional e internacional con la instalación de la Asamblea Constituyente. Por entonces, la capital de Bolivia era sinónimo de esperanza para el país, de un futuro con igualdad y fraternidad entre bolivianos. Hace tres años que se iniciaba en esa ciudad el cambio por el cual había votado una mayoría de la población, cuyo magno instrumento democrático era la Asamblea Constituyente.
El 6 de agosto último asistíamos a la consolidación de dichos cambios, cuya concreción está reflejada en la Constitución Política del Estado en actual vigencia, aprobada mediante un referéndum, aunque la misma, para un importante segmento de la población boliviana, sea sinónimo de imposición y atropello.
No cabe duda de que el proceso de elaboración y aprobación de la nueva CPE ha llevado al país a una profunda polarización social y política, cuando lo deseable era que la misma nazca como fruto del diálogo y el consenso entre bolivianos. Es por esa misma razón que dichos cambios, que constituyen un avance para unos y un retroceso para otros, hayan generado escenarios de confrontación traducidos, muchas veces, en violencia e inclusive en la muerte de bolivianos y bolivianas.
En este proceso, por demás intrincado y complejo, el punto de no retorno ha sido rebasado con la paulatina entrada en vigencia de la nueva Constitución Política, cuya conducción será ratificada o modificada con los resultados de las elecciones generales previstas para diciembre próximo.
Hay, además, otras reflexiones necesarias en torno a lo que se ha dicho y se ha dejado de decir el pasado 6 de agosto en Sucre.
Es innegable que las reformas han modificado la vida política, social e institucional del país en proporciones que aún no conocemos. Sin embargo, otras esferas tan importantes como la economía no parecen cambiar, peor mejorar. Bolivia sigue siendo un país exportador de pobreza, con miles de migrantes que buscan la fuente de trabajo a miles de kilómetros de su hogar; con niños y niñas que deben alternar el juego con el trabajo; con miles de familias que no pueden cubrir sus necesidades básicas y con una gran parte de la juventud sin idea de su porvenir.
Por todas estas razones es irresponsable caer en la autocomplacencia y afirmar, entre quienes detentan el poder, que el cambio está hecho y es perfecto. Y es también desafortunado que algunos sectores, sobre todo políticos, no consigan asimilar que los tiempos que corren son otros, y que son otros también los valores y destrezas requeridas para el éxito político y social, a diferencia del pasado reciente cuando el origen, la tradición y hasta la cuna solían marcar el destino personal.
Teniendo en cuenta los retos que plantea el futuro, y habiendo visto que el último 6 de agosto fue otra oportunidad perdida para el reencuentro y la reconciliación, es posible afirmar que queda una gran tarea pendiente: que las visiones opuestas de país hagan un esfuerzo para encontrar espacios en común que permitan darle estabilidad y certidumbre al país, en vez de seguir confrontándolo y dividiéndolo.