miércoles, 16 de septiembre de 2009

Los clasemedieros (Luis Christian Rivas Salazar)

Después de haber seducido a campesinos e indígenas, obteniendo el voto duro del área rural, el gobierno de Evo Morales se propone seducir a sectores de clase media, electorado urbano que representa la mayor cantidad de votos en Bolivia. ¿Por qué seducir a la clase media?

Si la prioridad del MAS es el elector urbano indeciso, no creemos que sea tan solo por cuestión numérica, sino también por una estrategia política que busca gente que pueda tender puentes con diferentes sectores sociales para consolidar el proceso masista.

Después de haber obtenido una Constitución que cambia la República por un Estado plurinacional comunitario, con poder para controlar, planificar y dirigir la economía. Ahora es necesario controlar una Asamblea Legislativa Plurinacional para poder hacer las reformas legales convenientes para consolidar ese estatismo comunitarista.

Se dice que los candidatos urbanos tenderán puentes y buscaran incluir a las clases medias y urbanas dentro del proceso dirigido por el gobierno, pero lo que en verdad se quiere es gente servil y dócil que represente al sector en cuestión, para poder conseguir la complacencia de los amplios sectores urbanos a la hora de promulgarse una nueva ley. Conseguir aceptación y sometimiento, con la ayuda de caritas no-indígenas, con las cuales puedan identificarse los no-indígenas, quienes bajo la lógica: “si ellos (no-indígenas) apoyan y aceptan la ley, ¿porqué yo no puedo aceptarla?”, de esta manera se consigue el sometimiento esperado de grupos ingenuos y acríticos, llamados técnicamente: indecisos.

Obtener el apoyo de los “clasemedieros”, clase media alta y clase media baja, y, aunque es difícil definir quienes pertenecen a esta categoría, podríamos decir que a las personas de clase media no se los puede considerar ni ricas ni pobres. También podemos indicar que esta es la clase social más numerosa. Algunas de sus características: son personas que viven en áreas urbanas y periurbanas, suelen ser mestizos, son propietarios de bienes, pagan impuestos, suelen ser una población indolente, indiferente, complaciente, permisiva, acobardada, que ve la realidad desde su televisión en horas libres de la oficina. Dentro de este sector, se encuentra una diversidad de actores heterogéneos que va desde transportistas hasta empresarios medianos y pequeños, fabriles hasta comerciantes, desde profesionales hasta empleados públicos, etc.

En términos electorales, el voto urbano concentra la mayor cantidad poblacional que por supuesto incide en los resultados finales, entonces por fines de mercadeo político, se tiene que ofrecer productos aceptables; para eso se tienen intelectuales urbanos comprometidos en su pensamiento, figuras mediáticas que recuerdan un pasado de defensa de los derechos humanos (lo que hace imaginar que la defensa de los derechos humanos estará garantizada), personas con apellidos con resonancia lejana, caras ingenuas femeninas, profesionales que se muestren tibios o afeminados, etc. Características que hacen suponer un cambio en la radicalidad del discurso masista.

El lenguaje racista indigenista, persistirá en el área rural, mientras que en el área urbana, se busca mostrar ventajas atractivas para el electorado, sin mencionar en los discursos asuntos que tiene que ver con la identidad cultural, propiedad y la economía comunitarista.

Recordemos que esta en la lista de espera para la futura Asamblea Legislativa Comunitaria, se encuentra la aprobación de proyectos de ley que tienen que ver con pensiones, educación, propiedad, como la designación de autoridades nacionales, lo que conlleva que el MAS debe obtener mayoría absoluta en todo el congreso, aspecto que dificultó al Ejecutivo anteriormente, ahora se busca asegurar la mayoría absoluta con el servilismo y docilidad de la clase media para la aceptación de los afanes totalitarios indigenistas.

Pero resulta paradójico que este gobierno nunca fue y nunca será un gobierno para las mayorías, ni siquiera es un gobierno para indígenas o para el pueblo, sino que es un gobierno por y para “clasemedieros urbanos oenegeistas” y burócratas. Basta observar el gabinete de ministros clasemedieros. Lo más conservador de la Bolivia se ha refugiado en esta gente que se dice progresista, en intelectuales y profesionales, que buscan condenar a las grandes masas al pasado cultural y étnico, para así aprovechar de esta ideología perniciosa para sacar rédito económico, con jugosos sueldos y pasar a ser la nueva clase rica.

Hoy en día, los cocaleros son el sector mercantilista privilegiado por excelencia, sin mencionar que existen comerciantes y empresarios acaudalados de todo origen étnico, especialmente de identidad aymara y quechua. Pero el “clasemediero orgánico onegeista” sigue creando mitos que le permitan vivir bien sin trabajar. Este servilismo traspasa fronteras, en la búsqueda de financiamiento económico internacional.

Así se convierten en mercaderes profesionales de la pobreza de los bolivianos, para crear un modo de producción oenegeísta, así impera el oportunismo, el transfugio, la ambición, la usurpación profesional, etc.

Sabemos que lo normal en una democracia, e inclusive dentro de los mismos partidos, es la diversidad de opiniones. Este requisito no se puede esperar en un partido liderado por un caudillo como Evo Morales. Por el contrario, para encontrar la unanimidad dentro del partido, hay que descender a los niveles más bajos de cualquier clase social, donde prevalecen los gustos e instintos más primitivos. Esto se espera de la clase media.

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