Sin duda, la incorporación de Ana María como candidata a Senadora por el MAS, y seguramente, Presidenta de la Cámara en el escenario de lo previsible, está acompañada de un golpe mediático.
El mérito ciudadano que le acompaña, por valores acumulados y personalísimos, y la exposición pública de que ha sido sujeto por su servicios ciudadanos, la convertían en una compañera deseable en cualquier fórmula democrática, o en el blanco para criticar su decisión si ella era en la otra trinchera. Todo ello, precisamente, es lo que ha ocurrido.
Estoy leyendo artículos desde, los que ponen en duda su conducta como Defensora del Pueblo o desde la Fundación UNIR que fundó y dirigió durante cuatro años, pasando por los que le critican el avalar al líder cocalero que sostiene una actividad productiva lindante en la ilegalidad, hasta los que ven su futura actividad política como un destape lógico y que no sorprende; o los que saludan la decisión como valiente en favor del cambio, y por ello, garantía de equilibrio.
Ana María ha dicho que no será levantamanos y que “No sería capaz de seguir una consigna contra mi conciencia“; pruebas para demostrar su palabra las tendrá desde este momento; la violencia gubernamental contra los periodistas, profesión en la que demostró su valor, y que ha sido puesta en evidencia por informes de su propia Fundación, es una de ellas. El uso de la fuerza social como mecanismo para administrar procesos a través de los cercos al Parlamento, lo será en el futuro. La imprescindible independencia de poderes y el respeto a la institucionalidad democrática. Las detenciones fuera de todo principio, ya no sólo de legalidad , sino de violación elemental de los Derechos Humanos, que trasladan detenidos encapuchados, maniatados o semidesnudos, y el esclarecimiento de las muertes producto de la violencia desproporcionada, esperan su palabra.
Expreso mi respeto y afecto personal por Ana María, y defiendo su derecho, como el de todos los demás candidatos, a decidir el lugar de su participación política. Ella tendrá que aceptar que ha dejado atrás, voluntariamente, el candor de las buenas obras para entrar al ruedo de la trituradora humana en la que se ha convertido la política boliviana. Espero acompañar su gestión los próximos 5 años.
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Fuente: http://www.agora.com.bo/?p=2176
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