El sistema electoral boliviano fomentaba un “alto arrastre”, pues con un solo voto se elegía en la misma papeleta y el mismo día, todo el Parlamento y el Poder Ejecutivo.
Se produce por efecto de la sumatoria de votos obtenidos por cualquier candidatura, en la circunscripción nacional única. Esto es, como resultado de la agregación de los votos obtenidos por los partidos o candidaturas, en todas y cada una de las nueve circunscripciones departamentales y contabilizando sólo los votos válidos emitidos en la franja superior de la papeleta de votación.
Es una particularidad de nuestro sistema electoral y forma de gobierno que con los votos emitidos por la ciudadanía en la franja superior de la papeleta de dos franjas, se elija tanto el Poder Ejecutivo (Órgano Ejecutivo, CPE 2009) como una parte importante del Poder Legislativo (Órgano Legislativo, CPE 2009). Es así que con el voto destinado a la elección del Presidente se elige simultáneamente la totalidad del Senado de la República (Cámara de Senadores, CPE 2009) y 60 miembros de la Cámara de Diputados, de un total de 130 cargos que forman dicho ámbito legislativo.
En la teoría electoral, este diseño produce el fenómeno político conocido como “arrastre”, que puede tener como variedades un “alto arrastre”, “mediano arrastre” y “bajo arrastre”. Esto significa que las características y la propaganda electoral de la candidatura presidencial arrastran tanto la orientación del voto ciudadano como la organización de dos órganos del Estado (CPE 2009). Por tanto, se produce un “alto arrastre” cuando se elige al Ejecutivo y al Legislativo en la misma papeleta, el mismo día y con el mismo voto. Se producirá un “mediano arrastre” si se eligen dichos órganos en dos papeletas separadas, con dos votos y el mismo día. En cambio, se produce un “bajo arrastre” si el ciudadano elige al Presidente y Legislativo en dos papeletas individualizadas, con dos votos y la votación ocurre en dos días diferentes.
Hasta antes de las elecciones de 1997, el sistema electoral boliviano fomentaba un “alto arrastre”, pues con un solo voto se elegía en la misma papeleta y el mismo día, todo el Parlamento y el Poder Ejecutivo. A partir de la reforma constitucional de 1994 y las modificaciones a la Ley Electoral consiguientes, transitamos hacía un sistema de “mediano arrastre”. Pues el ciudadano cuenta con dos votos; una papeleta de dos campos, superior e inferior; un campo inferior para la elección de diputados uninominales y un campo superior para la elección del 60% del Poder Legislativo (senadores y diputados plurinominales) y vota el mismo día.
En síntesis, la elección del Presidente no es un hecho aislado de la elección del Órgano Legislativo, se halla fusionado. Esto produce un reforzamiento de la característica presidencialista de nuestro sistema de gobierno y arrastra la intención de voto del ciudadano. Los electores, en rigor académico, no elegimos senadores ni diputados plurinominales de manera separada o individualizada, sino que al votar a favor de una candidatura presidencial, con esta decisión y voto, colateralmente, elegimos representantes nacionales.
Este diseño podría cambiar y otorgarse al ciudadano una mayor responsabilidad e influencia política si pudiera elegir Presidente, senadores, diputados plurinominales y diputados uninominales, en la misma papeleta, en campos diferenciados y el mismo día. Todo depende de la voluntad política, pedagogía y una mayor confianza en el ciudadano.
* Politólogo y catedrático
ccordero@estudiosdemocrativos.org
20/0509
sábado, 14 de febrero de 2009
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