jueves, 17 de septiembre de 2009

El binomio Manfred-Leopoldo (Ramón Rocha Monroy)

Víctor Hugo Cárdenas habló de reparos ideológicos y hasta éticos que le impedirían secundar al binomio Manfred-Leopoldo, aunque lo califica como un éxito mediático. Sus reparos se refieren a la calidad democrática de dicho binomio, y deberían despejarse viendo sus nóminas de candidatos pero, sobre todo, su propuesta programática.
Entretanto, el binomio Manfred-Leopoldo es una candidatura de la confrontación, de la obstrucción; es una línea de zaga obstinada en poner trabas a las reformas contenidas en la nueva Constitución. Este extremo permite suponer lo que ocurriría si logra imponerse o, al menos, controla el Senado: más enfrentamientos, más postergaciones, más obstáculos, mayores problemas entre el Ejecutivo y los cívicos y prefectos, riesgo de división del país.

Los cochabambinos deberíamos ver con recelo esta opción porque sería como volver a los enfrentamientos previos y posteriores al 11 de enero, a ese golpe de odio que hizo aflorar el racismo como una diferencia inconciliable entre blancos, mestizos e indios; entre citadinos y campesinos.

Un triunfo de este binomio significaría la ocupación del centro del país por un proyecto que hasta hoy era conducido por los líderes de la Media Luna; significaría uncir a Cochabamba como furgón de cola de ese polo de poder, sin vislumbrar qué ventajas tendría para su desarrollo regional y humano, como no sea el consuelo artificial de haber restablecido la antigua democracia pactada, cuya sombra todavía se cierne sobre nosotros con su secuela de corrupción, de entrega de nuestros recursos naturales, de desmantelamiento de las empresas públicas y de sometimiento a las condiciones del FMI y el Banco Mundial, que destrozaron la economía del país.

Si esta opción controla el Senado, volverá el sitio de los movimientos sociales para forzar cerca de 200 leyes que se hallan detenidas porque la oposición las ha obstaculizado sistemáticamente. Pero si gana las elecciones, ¿habrá posibilidad de que ese binomio gobierne el país sometido al cerco de la población de El Alto y de las laderas pobres de La Paz?

Los movimientos sociales tienen un alto nivel de organización, que ha sido construido articulando cientos de reivindicaciones económicas, políticas, sociales, regionales, étnicas. ¿Se resignarían a volver a ser gobernadas por políticos de los partidos tradicionales?

La nueva Constitución ha fijado en 5.000 hectáreas el límite de adjudicación de tierras. ¿Respetará el binomio Manfred-Leopoldo ese límite? ¡Pero si Leopoldo es un terrateniente con posesiones familiares que sobrepasan 20 veces ese límite! Y los líderes que lo apoyan son también latifundistas en el Beni, en Santa Cruz y en el Chaco!

Si alguno de esos latifundistas tiene dificultades con las tierras comunitarias de origen o con sus propios peones a quienes explota, ¿será sancionado por el binomio Manfred-Leopoldo?

Si las corporaciones que se habían apoderado de las empresas del Estado quieren retornar al país, ¿hará Manfred algo para impedirlo? ¿Pero cómo lo haría si fue aliado de Sánchez de Lozada, el Presidente de la capitalización?

Si las regiones votan a favor de la autonomía regional, ¿respetará el binomio Manfred-Leopoldo esa decisión? ¿Pero cómo, si se alió con los cívicos y prefectos de Chuquisaca y Tarija, que se oponen a la autonomía regional del Chaco?

Si los pueblos indígenas aprueban la autonomía indígena, ¿acatarán Manfred y Leopoldo esa decisión soberana? ¿Pero cómo, si ellos han defendido un modelo de autonomía contrario a la autodeterminación indígena?

Si una mayoría nunca antes vista aprobó la nueva Constitución, ¿confiará en que el binomio Manfred-Leopoldo la respete? ¿Pero cómo, si sus aliados han anunciado el propósito de abrogarla con una nueva Constituyente?

En todos esos casos hay poderosas fuentes de conflicto, con un nivel de articulación nacional muy grande de los movimientos sociales. En esas condiciones, ¿cómo podría gobernar el binomio Manfred-Leopoldo?

Por último, ¿se imagina el lector a Evo en la oposición? Su ascenso desde 1995 ha sido indetenible y continuo. ¿Podrá un binomio de marketing político romper ese proceso ascendente? Y si logra hacerlo, ¿podrá gobernar con líderes opositores como Evo y sus colaboradores?

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