jueves, 17 de septiembre de 2009

El desacierto de los cívicos cruceños (Editorial de La Razón)

La resolución del Comité Cívico Pro Santa Cruz es idéntica a la posición de la Central Obrera Regional de El Alto, que no permite la visita de los opositores a Evo. Ambos, ubicados en polos opuestos, levantan el nombre de la ciudadanía para pretender imponer conductas y pensamientos.

El liderazgo de Santa Cruz de la Sierra ha ingresado, una vez más, en un ciclo de contradicciones, desentendimientos y hasta enfrentamientos. Y, por los síntomas que se conocen, es posible entender que, dependiendo de cómo sea conducido, dará paso a una nueva realidad política.

La Asamblea de la Cruceñidad abordó y debatió, la noche del martes, la invitación que hizo la Cainco al Presidente para que participe del acto inaugural de la Expocruz 2009. Y la conclusión más importante es muy gráfica: “Rechazar la invitación y la presencia del presidente Evo Morales Ayma en los actos festivos de inauguración de la Feria Exposición, invitación realizada por el señor Eduardo Paz”. Gráfica, porque expresa con nitidez las divergencias en la dirigencia cruceña.

¿Por qué? Porque la resolución de respaldo a la posición del presidente del Comité, Luis Núñez, fue unánime, pero en la cita no participaron los representantes del empresariado cruceño ni estuvieron todos los miembros del directorio. En suma, la Asamblea de la Cruceñidad decidió exponer su división, cuando identificó en el referido punto al presidente de la Cainco, Eduardo Paz, como el hombre que decidió actuar al margen del Comité Cívico. Al mencionarlo, seguramente pretendía escarmentar a quien piensa y actúa diferente, pero sólo descubrió sus miserias.

La resolución del Comité Cívico Pro Santa Cruz es idéntica a la posición de la Central Obrera Regional de El Alto, que en agosto anunció que no permitirá la visita de los candidatos de la oposición a esa ciudad porque está convencida “de que el pueblo de El Alto está alineado con el presidente Evo Morales”. Es decir, ambos organismos, ubicados en los polos opuestos, levantan el nombre de la ciudadanía para pretender imponer conductas y pensamientos. ¿No será, entonces, que quienes actúan contra la estupidez reaccionan de la misma manera?

Quienes pregonan el respeto a la democracia, el Estado de Derecho y las libertades ciudadanas están incurriendo en la intolerancia, en actitudes que lindan con el fascismo. No se puede ni se debe exigir que, en una región, en un grupo social o incluso en una familia, se piense y se actúe de una sola manera. ¿Qué autoridad moral puede tener el señor Luis Núñez, cuando en su viaje a Suiza denuncie los atentados del Gobierno contra los derechos fundamentales de los ciudadanos?

Por el contrario, el Comité Cívico Pro Santa Cruz y las otras instituciones destacadas de Santa Cruz, la capital económica del país y foro político emergente, deberían plantearse interrogantes para entender las razones por las cuales las diferentes corrientes de pensamiento y de actitud colisionan. ¿Qué es lo que pasó con la entidad que hace algunos meses pretendía tomar exámenes a los candidatos de la oposición y ahora tiene dificultades para apostar por uno solo? ¿Qué lecciones han asimilado los dirigentes cruceños tras la crisis de septiembre del 2009, las acusaciones del Gobierno y tras abortar la idea de conformar un frente amplio hacia el 6 de diciembre?

Por décadas, Santa Cruz abanderó la autonomía departamental y la transformó en una necesidad para el desarrollo nacional. Fue el eje para que los líderes cruceños articulen un solo discurso, pero ahora también ha sido adoptado por el Gobierno; entonces, éstos se encuentran ante el reto de entenderse y verse diferentes para avanzar juntos, por la región y por el país.

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