No parece haber causado mayor conmoción la ausencia del MNR -partido por el cual no vote jamás- en el escenario electoral de diciembre. Imagino que internamente se estarán repartiendo las culpas entre los dirigentes de las tendencias que se instalaron en esta tienda política a partir de 2003, pero tales ajustes de cuentas no trascienden mas allá de sus ya diezmadas filas, mientras la ciudadanía permanece indiferente a los mismos -no sé de ninguna manifestación, ya sea de algarabía o de pesar, que se haya producido en la sociedad por este motivo-; hace menos una década, algo así hubiera generado más de un sacudón en la estructura social.
He dicho que nunca voté a rosado. Debería estar batiendo palmas pero, sin embargo, en tanto convencido de que los partidos son la expresión mas acabada de la acción política en democracia, me declaro absolutamente perplejo. Sin darlo por extinto, se me antoja que la no presencia del MNR en la papeleta multicolor y multisigno simbolizará la -ya advertida analíticamente- inexistencia de sistema político en la disputa por el poder en Bolivia. Por su arraigo histórico, el gran partido supero la prueba de 2005, cosa que no ocurrió con el MIR, por ejemplo, aunque el movimientismo vaya a perdurar como estilo de hacer política.
Lo que tenemos en cambio es una colección de denominaciones con mayor o menor contenido, con mayor o menor grado de organicidad, con mayor o menor capacidad de organización. Se solía observar que dentro del sistema político, los partidos se comportaban esquizofrénicamente, comprometiéndose decidida y sinceramente con la democracia hacia fuera pero al mismo tiempo abominando de ella hacia adentro. Tengo la impresión de que al menos una de las expresiones del vacío de sistema -la más importante por desgracia- no tiene interés de practicar democracia ni en un caso ni en el otro, aunque se maneja de tal forma que pasa por un instrumento de la misma.
A falta de sistema, en cuyo ámbito se privilegian criterios de eleccion soberana-asociados al ejercicio de la ciudadania- de representates, se instala un dispositivo espurio en el que la razón política se torna corporativa. Entonces la valoración se concentra en las procedencias de los actores políticos: lo que importa es si son indígenas o carapálidas (procedencia racial), si son de occidente o, por el contrario, de oriente (procedencia regional), si son "nuevos" o "del pasado", si son "de la ciudad" o "del campo", etc. Así de absurdo es el retroceso que venimos sufriendo el último tiempo.
A efectos de sistema político, para ponerlo pedagógicamente, Obama no es un negro (afroamericano) ; el presidente de EEUU es un demócrata como lo son Clinton y Carter. Aquí se sigue ensalzando la indianidad del nuestro aunque sus inclinaciones totalitarias lo emparenten mas con Mussolini y Hitler.
Así pues, con miras a la elección de diciembre una de las opciones del ciudadano es la de hacer de tripas corazón, con todo lo que esto implica en términos de consistencia discursiva del mismo. Lo que está en juego es la democracia misma, sino la propia existencia de Bolivia.
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aguadoble@yahoo. es
Fuente: www.pukacosa. blogspot. com
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