El Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), partido vigente más antiguo de la política boliviana se hallaba el martes en su peor hora, al margen de las elecciones, por primera vez en 30 años, acéfalo y sin más referentes que su último líder, el ex presidente ultraneoliberal Gonzalo Sánchez de Lozada, enjuiciado por genocidio y dedicado, desde su refugio estadounidense, a apoyar a la oposición más que a detener la muerte de la organización que cambió la historia de Bolivia a mediados del siglo XX.
Por primera vez desde restaurada la democracia boliviana en 1982, el MNR, que por sí o terceros gobernó Bolivia desde 1952, cuando, con un perfil de izquierda nacionalista y anti-imperialista, propició una revolución contra las élites letradas bolivianas desdeñadoras de lo indio y mestizo, quedó impedido de terciar en las elecciones generales de diciembre, por la paradoja falta de candidato, luego que uno ajeno a su estructura partidaria y tradición política, Germán Antelo, considerara más factible acceder a un escaño en el Senado por una fórmula de la derecha opositora al presidente Evo Morales, que ganar, por propio mérito -y con la sigla del partido que hizo al histórico Víctor Paz Estenssoro, cuatro veces gobernante de Bolivia, y dos a Sánchez de Lozada- la silla presidencial.
Fundado en 1942 como síntesis del país que se incorporaba de la derrota militar sufrida a manos de Paraguay, en la guerra del Chaco (1932-35), el MNR extrajo a Bolivia anclada en el Medioevo, con masas de esclavos indígenas, la tierra y recursos minerales de manos de un puñado latifundista riquísimo, instauró el voto universal y mandó a las escuelas a miles de analfabetos. Hoy, estaba a punto de perder el reconocimiento de su sigla ante el Órgano Electoral Plurinacional, que organiza las elecciones bolivianas de diciembre.
Lejos ya de los rituales arcanos que el MNR, de los ex presidentes Paz Estenssoro, Hernán Siles, Wálter Guevara y del legendario líder sindical Juan Lechín- todos en la sepultura- institucionalizara en el último medio siglo de la política doméstica, el partido rosado estaba a punto a desaparecer.
Antelo, optado a última hora por el apéndice de los republicanos de EEUU, dejó al MNR en el umbral de la elección y se ‘escapó’ con los ex prefectos de Cochabamba y Pando, Manfred Reyes Villa y Leopoldo Fernández, que lideran un frente de 18 fuerzas, entre medianas y pequeñas, para enfrentar en las urnas a Morales, favorito para ganar la elección boliviana de diciembre, según sondeos independientes.
Antelo, mocionado y más aún, impuesto por los representantes locales del MNR que responden a Sánchez de Lozada en Bolivia, según el diputado de esa tienda, Michiaki Nagatani, había dirigido el político empresarial Comité Pro Santa Cruz en 2005 y 2007, archirival de Morales.
La elección de Antelo, promovida desde su refugio en Washington por Sánchez de Lozada, en desmedro de un soldado del MNR, el descendiente de nipones, Nagatani, fue apuntalada por el único dirigente del partido de marras en trance de desaparición, el octogenario Guillermo Bedregal, pese a las protestas, incluso de hecho, de antiguos militantes de la tienda que se inventó el ideologüema del ‘nacionalismo revolucionario’, que pregonó una alianza de clases que recorrió de derecha a izquierda el continuo ideológico boliviano como cama para los gobiernos que se sucedieron en Bolivia entre 1952 y 1964, cuando aterrizó la dictadura que gobernó el país entre ese año y 1982.
Fue el mismo Paz Estenssoro el que se encargó de dar por traste sus históricas políticas de 1952, cuando nacionalizó la minería que engendró al tercer hombre más rico del mundo en el país más pobre de Sudamérica, Simón Iturri Patiño.
En el último de sus cuatro mandatos, Paz Estenssoro, que gobernó incluso con el dictador Hugo Bánzer, entre 1971 y 76, sentó en 1985, un modelo de economía de mercado, retiró al Estado de la producción, arrojó a las calles a 30.000 mineros estatales y abrió las puertas al capital extranjero antes de elegir, con el dedo, a su sucesor, Sánchez de Lozada que en su primera administración (1993-1997), vendió todas las empresas del Estado en Bolivia.
Los exiguos cuadros del MNR, que encumbró en el poder a Sánchez de Lozada, lucían el martes con las cajas destempladas y estaban a punto de escribir el obituario del tercer partido más antiguo de América Latina, detrás de la argentina Unión Cívica Radical, fundada en los ’80 del siglo XIX y el debilitado mexicano Partido Revolucionario Institucional, de principios del siglo pasado.
La sucesora de Sánchez de Lozada en la dirección del agonizante partido, Mirtha Quevedo, delfín de aquél, se ha refugiado en Perú para evadir un juicio de responsabilidades que han radicado contra el ex mandatario en la Corte Suprema las familias de 67 civiles muertos y de 500 heridos de bala en una insurrección popular contra su política privatista de hidrocarburos que lo desalojó del poder en octubre de 2003.El Diario
miércoles, 9 de septiembre de 2009
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