CLEPSIDRA
Claudia Benavente
Se dice de todo y se dice muy poco sobre las propuestas políticas, sobre el proyecto de Estado, sobre las orientaciones económicas, sobre las necesidades concretas de la gente.
Así está la oposición política: sin poder armar un rompecabezas por exceso de fichas y rompiendo los corazones de quienes no están de acuerdo con el discurso o acción masista. Recojamos los pedazos del suelo para intentar una mirada general y tal vez todavía algo precipitada. Resulta que una vez apaciguadas (no superadas) las tormentas que tocaron fondo en los enfrentamientos, en la masacre de campesinos, en los delitos contra el Estado, en la espiral de la violencia física y discursiva en este último tiempo, se esperaba algo más de luz. Con elecciones en el horizonte, muchos deseábamos que tanto las fuerzas de la oposición como las del oficialismo afilaran sus estrategias políticas y renovaran sus propuestas para una Bolivia a largo plazo. Ni lo uno ni lo otro.
Se prometió, se especuló y se deseó la conformación de una fuerza opositora a la altura del momento. No a la altura de Evo Morales, o más bien de su apoyo en la población pues, encuestas más encuestas menos y sobre todo el registro de votaciones anteriores, se sabe que el gran ganador de las próximas elecciones será el cocalero nacido en Orinoca. La radiografía de los porcentajes logrados es asunto de otro momento. El platito caliente de estos días es el palpitar de la oposición, cuyo primer desafío era plantear uno o más frentes con la capacidad, no de ganar numéricamente, sino de construir con solidez una alternativa seria. Lo dijeron todos los diarios: chau a la posibilidad de un bloque opositor a Evo Morales. Los ex prefectos Manfred Reyes Villa y Leopoldo Fernández serán binomio para las presidenciales de diciembre. René Joaquino irá con el pastor Charles Suárez. Siguen los nombres: Víctor Hugo Cárdenas, Germán Antelo, Jorge Quiroga, Samuel Doria Medina, Óscar Ortiz o Jimena Costa en su minuto de entusiasmo. Se siguen barajando nombres y no sale ni un joker.
Lo que se discute en algunos análisis es que el binomio Manfred-Leopoldo representa el acuerdo que jugará la lógica de la victimización; que dejaron de lado a Jimena Costa; que tal o cual no renuncia a ser presidenciable, que cualquier hijo de vecino se cree presidenciable; que Tuto, solito, pierde energías en su obsesión con Hugo Chávez; que el candidato “x” o “z” son la alternativa más potable para los que odian con todas sus ganas a Evo Morales… Se dice de todo y se dice muy poco sobre las propuestas políticas, sobre el proyecto de Estado, sobre las orientaciones económicas, sobre las necesidades concretas de la gente.
Con tanto a favor, el oficialismo parece dormitar a escasos meses de un nuevo desafío. La fórmula del éxito que todavía saborean no es sentarse a esperar el voto masista incondicional. Es hacer autocrítica, es afinar su proyecto, es buscar renovación en los liderazgos. El pésimo atajo: abusar de los recursos del Estado para la propaganda. La frontera es débil y es peligrosa: ¿gestión o propaganda? No debe ser fácil que los actores del poder político actual separen aguas. ¿Quién los convence de que renunciar al uso abusivo de esta plata sería una actitud honesta y digna de la palabra cambio y que más de un elector lo reconocería? Llegó el mes de la primavera y sólo nos queda esperar. Esperar en la fila para empadronarse y esperar que los actores políticos nos sorprendan y nos roben los corazones. Por lo pronto así nos va.
* Doctora en Comunicaciones
lapinbenavente@hotmail.com
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