Presta sustento a mi conjetura de que la forma de energía imperecedera que son los pensamientos, flotan por ahí hasta que algún cerebro los acoge, que el alcalde anunciara que la Carta Orgánica de la ciudad de una sola arteria central, La Paz, incluirá la implementación de marchódromos para las manifestaciones sociales y folklóricas, para evitar el caos vehicular. Porque no creo que Juan –sin miedo pero mucho apego a Evo-- haya leído una ocurrencia mía hace algún tiempo: que si Río es una ciudad de sambistas, La Paz es una de marchistas. Proponía que como en la capital carioca tienen un sambódromo, en la sede de gobierno tuvieran un marchódromo.
Mucha agua hedionda ha corrido en el Choqueyapu desde entonces. Cuando escribí eran épocas de la era A.E. –Antes de Evo- como imagino que medirán el devenir boliviano desde el ególatra que alardea que no es democrático inquilino del Palacio Quemado, sino que vino a quedarse 50 años. ¿Se mareó por la adulación de un guatón mandamás de los “movimientos sociales”, ahora candidato a senador?
Los ciudadanos de a pié, los que dependen del transporte público o los de vehículo propio, sufrían entonces ojos llorosos por los gases todos, impedidos algunos de llegar a tiempo al trabajo, coartados otros de atender la tienda o la oficina. Para colmo de males, como la víbora pica a los sin botas, un bedel en la pega imponía multas por atraso a los dos primeros.
Luego vino la involución de bloquear carreteras, tan odiosa como la violencia que vuela torres de energía eléctrica so pretexto de propiciar cambios. ¡Qué facho!, alguno habrá dicho de mi evocar al Gral. MacArthur antes de su notable papel en la II Guerra Mundial, que cumplió la orden de arremeter con tropas de caballería a una marcha que bloqueaba calles en Washington. El tema no era si los manifestantes tenían razón: violentaban derechos de otros ciudadanos a desplazarse y llegar a su trabajo.
Contrástenlo a las montoneras que Evo Morales incitaba a tomar por asalto el Palacio de Justicia de Cochabamba. Frente a las cámaras insultó a un templado jefe de policía que impedía el atropello. Acrecentó un creciente deterioro del respeto a la ley y a los servidores públicos que la hacen cumplir, que alcanzó su cénit en los asesinatos impunes de militares y policías en Huarina y Chapare. Se afianzaron dos enclaves donde no rige la ley salvo las de sus caciques, que hoy proveen tropas de choque de ponchos rojos y verdes al régimen.
De nada sirvió clamar por la vigencia del ordenamiento jurídico citando a Benito Juárez –indio él que los nuestros tuviesen a bien imitar-- y su frase “el respeto al derecho ajeno es la ley”. Más bien, como en metástasis cancerosa, cundió la maña en el resto del país. La “marchitis” aflora en bailarines folclóricos en decenas de “entradas”, en mocosos festejando el Día del Niño, además de “movimientos sociales”. Todos bloquean las calles.
A mí no me quitan que las marchas, bloqueos y huelgas de hambre de ese tiempo eran parte de una conspiración. Nada tenían que ver con espontáneas manifestaciones de descontento, producto del desgaste de la democracia, sino que fueron financiadas por petrodólares chavistas y “cocadólares” chapareños, hasta que tumbaron no uno sino tres gobiernos.
Llegó Evo Morales al poder y muchos –incluyendo ilusos que votaron por él pensando que acabaría tan calamitosa anomia-- se desayunaron con el api amargo de que continuaba el circo en cartelera. Como fieras escapadas de sus jaulas, contrabandistas y pichicateros devoraron impunes a aduaneros en Sabaya, a policías en Epizana –y montoneras del gobierno saquearon y quemaron la casa de Víctor Hugo Cárdenas, el más lúcido émulo del gran zapoteca de México.
La anomia de marchas, bloqueos y huelgas de hambre como recurso de gestión –diría como recurso de chantaje exitoso ante el gobierno--, se comprueba en plena era D.E –Durante Evo. Demuestra que no hay inventor al que el artilugio no explote en la cara. Bloquean importadores de autos usados, vendedoras del mercado, juntas escolares, mineros, transportistas. Ya no es un fenómeno circunscrito a La Paz.
Luego sobrevino el terrorismo de Estado.
Se estrenó en voladuras en Yacuiba: su perpetrador ha sido sobreseído hace poco porque ninguno de los testigos de cargo se presentó. ¿Fue por miedo o por presión?
Flexionó sus músculos en Pando: su gobernador, electo en democracia, está preso sin juicio un año en San Pedro de Guantánamo. ¿Acaso la Constitución no rige que “toda limitación a la comunicación solo podrá tener lugar en el marco de investigaciones por comisión de delitos, y durará el tiempo máximo de 24 horas” (Art. 73, II)?
Se agazapó detrás del asesinato de dizque militantes secesionistas en Santa Cruz: contra la Ley, el juicio será llevado por fiscales y jueces sumisos a las órdenes del Poder Ejecutivo. ¿Será para justificar la guillotinada de la Corte Suprema de Justicia?
Fue cómplice cuando un reincidente agresor de mujeres y reporteros era liberado con palmada en la mano de someterse a tratamiento psicológico, mientras la Asociación Nacional de Prensa (ANP) condenaba agresiones y atentados a periodistas y medios.
La anomia social de marchas, paros, bloqueos y huelgas de hambre, es gran innovación politiquera que Bolivia ofrece al mundo, irónico les digo a los visitantes que cohonestan este régimen de espejismos. También lo espeto a los que se doblegan con la dieta de propaganda –cuando no por prebendas- y cacarean el demagógico evangelio del cambio, sin tener el tino de separar el maíz de la chala.
¿Qué sobrevendrá en la era P.E., Pasado Evo? En alusión a una ventosidad, arreciarán los efluvios gaseosos, cuando no la diarrea pestilente, de marchas, paros, bloqueos y huelgas. Y el marchódromo de la sede de gobierno será una utopía irrealizable.
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