miércoles, 9 de septiembre de 2009

Cacasenos (Valentín Abecia López)

PUNTO Y COMA

Cacaseno es aquel que aún sabiendo que le van a sacar la chochoca, se anima a que lo revienten, sólo por participar en la feria de las vanidades. Cacaseno es aquel que pudiendo unirse a otros cacasenos, para hacer un solo frente, prefiere poner el pecho, en un juego de intereses personales que ojalá Dios entienda, porque nosotros, los mortales, jamás lo haremos.
Cacaseno es aquel candidato que a la hora de los quíhubo agarra la onda del cambio, con la que juega el bendito Gobierno, convirtiéndose en militante de la izquierda, en una posición funcional, con la que busca ponerse a la moda, traicionando sus íntimos sentimientos. Cacaseno es todo aquel que pregona la conformación de un frente unido, único y monolítico, pero con él, solo–solito, a la cabeza.
Cacaseno es el señor (amoroso) que cree que los muchachos piolas de la oposición, finalmente, van a tener opciones frente al tsunami que se nos viene a todos encima. Cacaseno de cacasenos es el que cree que va a ser presidente porque tiene el apoyo de los giles de su barrio, sin entender lo absurdo de su ilusión, sin tener compasión de esta República que se cae a pedazos.
Cacaseno es todo aquel ex candidato que, a último momento, ha renunciado a sus inútilmente legítimas aspiraciones, aunque con tal bronca, que no se ha tenido la lucidez y desprendimiento suficientes como para apoyar a otro cacaseno mejor posicionado. Cacasenos son todos los candidatos a primerísimos, una mujer incluida, que con seguridad no entienden que no son opción, que no hay forma, que, ridículamente atomizados, no tienen la menor chance, de ninguna clase, para nada.
Cacasenos son los que apoyan, hacen barra, empujan, hinchan, revientan a los vientos, esperando un campito en el reparto final de pegas, que no comprenden que sin poder no hay peras que valgan. Cacasenos, cacasenos, siempre alegres cacasenos, que están tan ensimismados en sus propias huevadas, que han perdido la brújula y han dejado a Bolivia tan sola en su agonía, en su desolación, y han asesinado, una y otra vez, su esperanza.
Hay toda clase de cacasenos: finos, ricos, críticos, amables, burdos, geniales, idiotas, heroicos, ignorantes, insatisfechos, antipáticos, que no se han dado por enterados, hasta ahora, que están haciendo el ridículo presentándose a unas candidaturas que merecerían risa si no fuera por lo dramático de la situación dada. Los cacasenos se han convertido en aritméticos de corazón, suman, suman, suman, Baldor es un piojo tuerto a su lado, vale todo, el zapatero de la esquina, la caserita del mercado, el amigo salteñero, suma que suma, nada, al fin de cuentas, nada, suma el bodrio y la ingenuidad y la estupidez.
Todos estos cacasenos merecen un juicio de responsabilidades cívico, la indignación de todos los que queremos la unión de Bolivia, de aquellos que queremos trabajar en conjunto, marchando en un solo sentido, sin odios bíblicos, en contra de esas forzadas sinrazones y mezquindades que nos han inculcado en los últimos años.
A esta altura cabe preguntarse si el cacaseno nace o se hace, en realidad, parece que hay de los dos tipos, cacasenos de nacimiento y cacasenos a la carrera, estos últimos no tienen perdón de absolutamente nadie, son doblemente culpables, por
creerse insustituibles y por no escuchar las voces de sus conciencias; en cambio, los nacidos cacasenos son menos culpables, o en el mejor de los casos, no son culpables, la cacasenería la llevan en los genes y hay que aguantarlos, porque la vida nos los ha puesto al frente.
* Economista e historiador
vabecia@acelerate.com

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