miércoles, 9 de septiembre de 2009

Mañana de carnaval (Claudio Ferrufino-Coqueugniot)

NADA QUE DECIR


Triste que un país tenga que elegir entre Evo Morales y Manfred Reyes Villa, ambos con una caterva lombrosiana de cola. Si son lo mismo. Uno busca adenistas: ahí están, en ambos lados; ¿narcotraficantes? También. ¿Ladrones? A cual más. Nacionalistas, arribistas, bajistas, guitarristas, curacas, magos, yatiris, sillpancheras y mañazas. Y vacío en el asunto programático. Niñitos bien, indios, campesinos, mestizos, reinas de belleza, disfrazados... de todo tiene el corso. Ahora sólo falta elegir al pepino.
Lástima que no venga Momo ¿o vendrá? desde Venezuela, con orejas de duende y rostro de bebé culipelado, como para imaginar que no tuvieron que cortarle barba o cabello para defenestrarlo: nació así.
Esta elección es como votar entre la montaña rusa y la rueda Chicago, entretenimientos que para aquellos de barriga feble hacen vomitar. No me incluyo, pero mejores cosas tengo que hacer que participar en la farsa. Este asunto ya pasa de tedioso a enfermo con las interminables listas de los delincuentes de turno y de siempre.
Tal vez no puede Bolivia producir nada más. En este yermo de intelectualidad y decencia cabe recordar a Rubén Darío y "Los motivos del lobo", que mi madre nos leía en la infancia. El varón dulce, Francisco de Asís, convence al feroz animal para que no ataque a la gente. Retraerse el lobo e intentarlo le causa mayores mal y pesar, porque febriles asnos que son los humanos malactúan y aprovechan.
No vale la pena la credulidad en medio de las miasmas y el lodo. Para vivir y ser libre el lobo tiene que matar, habitar los riscos de la a veces insoportable soledad. Hay que revivir la fiera, no congeniar ni conceder, no congraciarse ni agachar. Que hombres como el santo de Asís (que no es Xavier Albó ni la célula de frailes conversos al poder) retornen a su santidad. Nosotros, escritores libres, agitemos las lenguas del látigo de nuestras palabras y duro a aporrear las multitudes de malnacidos con ansias de mando.
6 de diciembre es fecha pletórica de asco. Los viles y los serviles calculan los réditos que les dará el gobierno en los próximos años. Compañeros de universidad que se deleitaban en los sofismas del comunismo forran bien los bolsillos para que no se les escape moneda. Las mujeres hacen política con grititos y pataleos; y hay masculinos que lo hacen igual, que se peinan y modistean y peluquean como caniches del pueblo.
A veces me pregunto por qué país tal --multi país-- no necesita un sambódromo como el de Rio para ejercitar sus bufonadas. Para qué, si el escenario es el país todo, en medio de las desgracias como los esclavos del Chaco y el hambre infantil, entre el dolor que no borra el supuesto dinero popular del narcotráfico y la carestía de vida que se intenta esconder.
¿Votar para eso? Mejor no votar. Aguarda, dicen los árabes, y verás pasar a tu enemigo muerto. García Meza y Arce Gómez parecían --y lo creyeron-- interminables. A pesar de que imagino que cuentan con beneficios por el hecho de ser militares y porque Evo es lambiscón de botas de antiguo, ahí están en el veraneo chonchocoril de la puna. Y Bánzer murió con óleo de santidad pero de su carne inmunda nada queda. Y Goni con el exabrupto de su riqueza es en los EUA pinche mierda. Y Morales no muy lejos está de cantar en el coro de los ángeles sus romanceros incomprensibles porque ninguna lengua habla.
Siento haberme prestado de Luiz Bonfá el título de su preciosa Manhã de Carnaval para escribir sobre excremento y putridez.

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