La inscripción de los candidatos en la Corte Nacional Electoral en la noche del lunes –con violencia y todo– es un mal principio que ensombrece la imagen democrática que el Gobierno quiere dar al mundo, especialmente a esos delegados extranjeros que, en ocasiones parecidas a los comicios nacionales, suele hacer venir de afuera para que expidan un certificado de buena conducta política a favor del gentil anfitrión. Recuerdo, al caso, el informe de un tal Rodolfo Mattarollo quien certificó a su gusto la masacre y ocupación militar en Pando de septiembre del 2008.
En las últimas semanas hemos estado observando las aceleradas idas y venidas de probables y seguros candidatos a los próximos comicios. A medida que pasaban los días, unos se fueron porque perdieron toda esperanza, otros se quedaron porque todavía confían en la posibilidad de actuar en el próximo escenario legislativo. Los que se fueron fue porque vieron que sus esfuerzos por hacerse oír en una asamblea plurinacional abrumadoramente masista, iban a ser inútiles. El propio Don Evo ha estado forzando la máquina de su partido “invitando” a algunos dirigentes de segundo orden a que participen en la refriega, y peleen por llegar a la ansiada canonjía de su inclusión en la lista de parlamentarios del MAS. De esta manera se asegura una mayoría imbatible.
Las ocho fórmulas inscritas en la Corte no han sido una sorpresa. Se venían rumorando en las últimas semanas y negociando con muchas dificultades, hasta el extremo de que se hizo imposible articular un frente amplio opositor. Prevalecieron los personalismos divisionistas y la incapacidad de conjugar intereses y renuncias. Tampoco hubo una o dos personalidades suficientemente destacadas que lograran aglutinar tendencias diferentes pero no incompatibles. Así es la presente realidad de los partidos.
Por lo demás, está a la vista que la campaña se prevé muy dura. Por si hubiese alguna duda, la noche del lunes, grupos de matones del partido de Gobierno, los únicos a quienes se les permitió ingresar en la plaza Abaroa, fuertemente cercada por la Policía, apalearon a varios candidatos opositores que iban a inscribirse en la Corte Nacional Electoral. Curiosamente, esa misma casa y sus jardines fueron por muchos años la residencia del embajador norteamericano.
Si, con la violencia de los masistas empieza el período más intenso de la campaña, ¿qué se puede esperar para más adelante? La fuerza bruta nunca podrá legitimar una elección. Podemos prever que la violencia física se añadirá una inescrupulosa campaña de intoxicación política a través de los medios de comunicación gubernamentales y de la propaganda mediática generosamente financiada. Ya empezó Don Evo denunciando que Reyes Villa cuenta con el apoyo de Usaid, lo que equivale a un nuevo ataque contra le Embajada de los Estados Unidos. Como siempre, sin pruebas. Y no será el último caso.
En pocas palabras, y no es novedad, de aquí a diciembre, el panorama político será extrema- damente agitado. Ahora bien: si esto sirviera para madurar los usos y costumbres de la política, podría tolerarse. Pero tengo mis dudas de que los medios violentos y falaces sean ejemplo a seguir para los políticos del próximo futuro.
*José Gramuntes sacerdote jesuita y director de ANF.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario