El principal reto de la naciente coalición es ahora compatibilizar la cantidad, que la tiene, con la calidad que por ahora no se ve
La semana que concluye ha sido sin duda una de las políticamente más intensas de los últimos tiempos. Una avalancha de noticias, que se inició con el lanzamiento del binomio Manfred Reyes Villa-Leopoldo Fernández, marcó el inicio de una reconfiguración del escenario político cuyos alcances, aunque todavía no se puede ver en toda su magnitud, dejarán honda huella en el futuro nacional.
La consolidación de una sólida fórmula de oposición, a la que una tras otra se fueron sumando decenas de líderes regionales, agrupaciones ciudadanas, y los resabios de partidos políticos que en los hechos dejaron hace tiempo ya de existir, ha sentado las bases de una concentración del voto opositor y dejado en el camino a muchos otros aspirantes que fracasaron en su intento de encabezar un frente alternativo al partido oficialista.
Desde el punto de vista cuantitativo, es incuestionable el éxito que logró Manfred Reyes Villa. Fue tan fulminante el efecto mediático que consiguió, que dejó a sus rivales aturdidos, sin poder mantener vivas sus expectativas. Fue tan desventajosa la situación en que quedaron, que el candidato del MNR, Germán Antelo, Víctor Hugo Cárdenas y Jorge Quiroga no tuvieron más remedio que reconocer su derrota y dar un paso al costado para dejar el camino expedito a quien fue más eficiente en la tarea de reclutar aliados.
Han quedado sin embargo muchas dudas sobre el aspecto cualitativo de la coalición resultante. Es que son tantas y tan heterogéneas las corrientes políticas que decidieron unirse alrededor de la figura de Manfred Reyes Villa, que resulta inevitable recordar las limitaciones que experiencias similares mostraron en el pasado.
Las decisiones que deberán tomarse durante las próximas horas, las que faltan para que venza el plazo para la inscripción de los candidatos a diputados y senadores que acompañarán al binomio principal, serán sin duda la primera prueba de fuego para la cohesión de un frente cuya principal, si no única fortaleza, radica en el “antievismo” que aglutina a sus integrantes. Intentar satisfacer las ambiciones de las casi veinte agrupaciones políticas que disputan un espacio en la “franja de seguridad”, será el primer gran desafío para los constructores de esta “hipercoalición”.
Serán seguramente muchas las aspiraciones que queden defraudadas y muchos los fracasos que abonen el potencial éxito de la coalición naciente. El MNR, que por primera vez en los últimos 70 años estará ausente de un acto electoral es sin duda el mayor de los perdedores. Tuto Quiroga y Víctor Hugo Cárdenas tampoco serán los últimos en quedar a la vera del camino, excluidos de un “Arca de Noe” que no podrá albergar a todos los que quisieran un lugar en ella.
Los próximos días, cuando se conozca a los candidatos a senadores y diputados, estará más clara la naturaleza de una coalición cuyo principal desafío es ahora compatibilizar la cantidad, que la tiene, con la calidad. Es de esperar que los elegidos estén a la altura de las expectativas que los preceden.
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