sábado, 14 de noviembre de 2009

Seis años de persecución (Dante N. Pino Archondo)

Tuvieron que transcurrir casi tres meses para que pueda comenzar a restaurar mi vida. Es que la vida se te rompe, el alma se desgarra, el corazón sangra, porque tus lazos de amor los dejas atrás. No es sólo cuestión de distancia, es un asunto de vacío, de ausencias y de preguntas. Pero la vida tiene este sentido de la recomposición y comienzas a ver posibilidades en medio de la crisis. No importa, hay que mirar adelante. Pero nunca hay que olvidar, porque el olvido te quita la capacidad de comprensión.

Y tengo que decirles lo que pienso. Nada hice para merecer esto. Dios y mi conciencia es suficiente, para mirar de frente al prójimo. Y entonces, ¿de qué se trata? De la injusticia. Así de simple. Porque la vives en carne propia. Porque un juicio en el que se me acusa de genocida, por el solo hecho de haber sido parte de un gabinete en un mal momento y en una mala hora, no tiene un mínimo de sustento legal, un ápice de racionalidad y cualquier Fiscal con sentido de la imparcialidad nunca hubieran incluido mi nombre en ese juicio. Pero lo hicieron.

Y es cuando te das cuenta de la dimensión de la justicia y de los hombres y mujeres que la administran. Cuando observo los ataques que se hacen contra la Corte Suprema desde el Poder Ejecutivo, puedo entender que golpear un Poder solo tiene sentido porque se lo quiere copar y utilizar y corromper. Pero cuando conoces cómo se administra esa justicia desde esos altos cargos, deseas que los aplasten como se merecen, como a cucarachas.

Después de haberme sometido a un aislamiento civil de seis años, al congelar mis cuentas, mi patrimonio e impedirme trabajar con tranquilidad, después de haber transcurrido ese tiempo, en los cuales, el Fiscal General y la Corte Suprema no hicieron bien su trabajo, lo dilataron sin justificaciones, lo enredaron, lo prostituyeron al punto de que el debido proceso fue desconocido en todo su alcance, me dicen con el cinismo más grande que el juicio no se extingue por máxima duración del proceso, porque es un juicio complejo.

¿Complejo? ¿Han tenido que pasar seis años para que se den cuenta de ello? Complejo ¿porque nunca supieron que hacer con el juicio, porque el Fiscal se iba de viaje a España, porque se presentaron imputaciones sin cumplir con la ley y a pesar de las observaciones se mantuvieron, porque se esperaba que la nómina de heridos suba de 100 a 500, porque el juicio podía servir para las expectativas personales de jueces, abogados notables, fiscales desconocidos, políticos mediocres? Esa complejidad que ahora se usa para disponer suspensiones de un proceso que debiera ser, continuo y que a nadie le importa, porque el código de procedimiento es un “referente” para un tribunal compuesto por jueces prevaricadores.

La complejidad involucró al Presidente de la Corte Suprema Fernández suspendido bajo la acusación de retardación de justicia en el caso octubre negro. Y claro si procedía la extinción esa era plena prueba de la retardación. Y para cubrirle las espaldas a este señor, nos dicen que el juicio no se extingue por su complejidad.

Esos Ministros como el señor Irusta y Suarez- doy nombres para que no pecar en generalizaciones- dispuestos al servilismo más grande con el Palacio de Gobierno, acusados por el Poder Ejecutivo de prevaricato, dispuestos a dictar Resoluciones contrarias a la ley y la constitución, dispuestos a sentenciar con tal de salir absueltos en el juicio que tienen. Estos Ministros ¿pueden llamarse jueces?

Por todo esto, se me ha roto la vida, por todo esto solo creo en mi capacidad de resistencia, de lucha y de saber que los venceré con la verdad. Pero nunca les daré el gusto de sentenciarme para satisfacer su abyecto servilismo. No me persigue la justicia sino la pandilla que la administra. No soy rebelde, sino perseguido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario