miércoles, 11 de noviembre de 2009

El aporte socialdemócrata (William Kushner)

Si se toman en cuenta los resultados de las encuestas preelectorales independientes, que suelen predecir con reveladora anticipación los posibles resultados finales de las elecciones, salvo que algún evento imprevisto o intempestivo suceda días antes de la votación (i.e., el 11M de 2004 en España, que según los analistas cambió la tendencia del voto el mismo día de reflexión, y dio la victoria al partido que secundaba las encuestas de vencedor; suponiendo optimista que los bolivianos se informan y reflexionan antes de votar) y se asume de antemano el posible y aventajado triunfo del proyecto oficialista, parafraseando a Fernando Molina, la polarización política boliviana habrá llegado a su fin; y sólo podrá ser recreada por el Gobierno —desde el plano simbólico— como desde hace tiempo ocurre ya en Venezuela.

Bajo ese esquema vencedor los pasos a seguir ya se conocen: la polarización ha sido (y promete seguir siendo) la mayor fortuna política del oficialismo, con lo cual, es probable, que recurra a ella como víctima ante cualquier posible demanda social, económica o política que no pudiera manejar o, simplemente, cuando decida imponer como alternativa a no asumir sus responsabilidades ni a construir una política de compromisos. No sólo lo dice el conocido Jorge Lanzaro: la única novedad en América Latina es el exitoso desempeño demostrado por los partidos “democráticos de izquierda” (los que respetan las instituciones) en Brasil, Chile y Uruguay. El populismo en Venezuela, Bolivia y Ecuador no es precisamente algo novedoso en la región.

Es evidente que la peor parte de todo este drama populista se lo llevan quienes creen en la búsqueda de la igualdad en condiciones de libertad, es decir, los socialdemócratas; los que todavía no ven reflejada en un partido la visión de un modelo alternativo de sociedad, distinto al vengativo que por ahora representa el MAS, con su capacidad para canalizar y promover el resentimiento y la frustración innegable y milenaria . Un problema adicional (o, paradoja) para el advenimiento de una versión democrática de izquierda original en Bolivia, podría derivar del posible fracaso del modelo populista del MAS ya que frenaría en seco cualquier aspiración socialista, incluida la democrática. Lo que podría aventajar la tendencia opuesta: la derecha o su versión más radical.

Muchas asignaturas quedan pendientes para el futuro: el lanzamiento de una izquierda respetuosa de la institucionalidad (la de los derechos y libertades, la de los controles, la de los compromisos y de la cohesión social, la del balance entre Estado y mercado, etc.). También queda pendiente la recomposición del sistema de partidos, que incluya partidos que no mueran de la noche a la mañana; que provean de insumos para el debate, que no operen ni como feudos personales ni como máquinas electorales, que demuestren en carne propia su institucionalidad, y que sean capaces de agregar, procesar y orientar sistemáticamente las múltiples demandas y preferencias de los bolivianos.

De momento queda esperar el nuevo triunfo de Morales. La política social está garantizada. No sucede lo propio con la institucionalidad. Sí, como sugiere Carlos Malamud, Brasil y España no dejan solo a Morales para que no termine totalmente abrazado por Chávez, no sería absurdo pedir a los pocos socialdemócratas el voto contra Morales, para que no termine obeso de poder, como Chávez, aunque sea esta vez sólo por estética.
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El autor es especialista en Opinión Pública.
Fuente: La Razón

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