jueves, 12 de noviembre de 2009

El atrincheramiento político demagógico (Oswaldo Ulloa Peña)



Analizando la evolución del desarrollo de las sociedades evidenciamos que aquellas comunidades que han salido de su retraso cultural, económico y social son las que han pintado sus ideologías de forma rupestre en las “cuevas del olvido” y hecho florecer fuera de las cavernas el mundo de las relaciones con otras comunidades que dependen y se interrelacionan unas con otras para lograr el motor del desa-rrollo. Un país como Bolivia no puede vivir atrincherado en un modelo político anacrónico y demagógico que plantea el actual Gobierno porque conlleva en el presente y futuro inmediato mayor desastre económico y por lo tanto pobreza e irrespeto a la propia dignidad humana al encasillarlo en un laberinto de miseria. No podemos circunscribirnos a una falsa ‘panacea’ de relación entre cuatro o cinco países porque es ampliar aún más el subdesarrollo en vez de ampliar el mundo de las oportunidades globales que se esgrimen en el siglo XXI. Por lo tanto, acabar o mitigar la pobreza requiere una red global de cooperación entre los Estados, personas que quizá nunca se conocieron y que no necesariamente confían unas de otras. En todos los rincones del mundo, los pobres se enfrentan a desafíos estructurales que les impiden poner siquiera el pie en el primer peldaño de la escalera del desarrollo y esto por culpa de las malas políticas gubernamentales que en vez de sumar restan mejores días para la población. La mayoría de las sociedades que disponen de buenos puertos, contacto estrecho con el mundo rico, un clima favorable, fuentes de energía adecuadas y libertad pero sometidos al respeto y cumplimiento de la ley han “escapado” de la pobreza. El desafío que debemos hacer frente en el presente siglo es superar la indolencia y la corrupción, pero también superar el aislamiento geográfico e interestatal, el resentimiento de nuestros gobernantes, la enfermedad, la vulnerabilidad a los cambios climáticos y cosas similares con nuevos sistemas de responsabilidad política que puedan garantizar esta labor. Todo dignatario de Estado debe poseer las cualidades de un verdadero estadista que sea capaz de solucionar los problemas actuales y tener alternativas a los problemas futuros. Se debe proporcionar a las comunidades pobres, tanto urbanas como rurales, los instrumentos para el desarrollo sostenible y no utilizarlos como “pongos” votantes exclusivamente. Hay que tener la capacidad de crear verdaderas políticas económicas de Estado para no vivir de las remesas extranjeras ni dinero sucio del narcotráfico. El Gobierno en su conjunto debe plantear y ejecutar planes, sistemas, responsabilidad mutua y mecanismos de financiación para atraer capitales frescos extranjeros y generar inversión en los diversos servicios públicos que requiere la gente pero brindando seguridad jurídica a las partes contratantes. Para la realización de estos planes se requiere de valentía, el realismo y el sentido de responsabilidad con los más desfavorecidos.

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