jueves, 12 de noviembre de 2009

El imaginario de la emancipación (Fernando García Yapur)

Uno de los retos centrales del pensamiento de izquierda en el país y en América Latina es el referido al proyecto emancipatorio para pensar el futuro de las sociedades en el siglo XXI. Este fue el motivo de la V Conferencia del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) realizada los primero días de octubre en Cochabamba. Se tuvo la oportunidad de escuchar diversas reflexiones sobre los grandes desafíos que, países como el nuestro y del sur del globo terráqueo, requieren abordar y, asimismo, construir para el accionar de los proyectos de emancipación de la humanidad. Boaventura de Sousa Santos, propuso una interesante agenda que pasa desde visualizar el proyecto que algunos denominan como postcapitalista: la desmercantilización de las relaciones sociales y económicas, a la descolonización y democratización radical de las sociedades y estados nacionales.

En función a estos ejes giraron las reflexiones de los académicos e intelectuales reunidos a convocatoria de CLACSO. Algunos presentaron hallazgos de investigaciones en torno a procesos de ampliación de los mecanismos institucionales existentes; esto es, de las estructuras de poder que rigen a las relaciones políticas, sociales, económicas y culturales. Otros, puntualizaron las oportunidades de los países de América Latina en cuanto a la nueva reorganización internacional a partir de la crisis climática y las tendencias del nacimiento y afirmación del multilateralismo. Por último, una reflexión, que ciertamente marco preocupaciones compartidas, se refirió al futuro de la democracia a partir de la irrupción de nuevas pautas de participación y representación política que reclaman su fijación institucional.

En todos los casos, desde mi punto de vista, el asunto giro en torno a imaginar una sustancial superación del modelo capitalista en su versión salvaje: el neoliberalismo. Más allá de regulaciones al mercado impuestas por el Estado se imagina una sociedad en la que las relaciones mercantiles hallan sus límites y frenos en procesos sociales que van a contracorriente del capitalismo, como son las formas asociativas, cooperativas y comunitarias de generación y redistribución de la riqueza. Aquí, se menciona, ocurre una virtual expansión de potenciales embriones hacia un nuevo modelo de sociedad, no en el sentido de una sustitución del capitalismo como tal; sino de una nueva forma de construcción de las relaciones sociales y económicas en las que se combinan varios o múltiples registros de generación, acumulación y distribución de riqueza. En otras palabras, se sostiene que la sociedad por venir es aquella que ya está entre nosotros y que día a día manifiesta un conjunto de dinámicas descentradas o bien disfuncionales a la lógica de reproducción irrestricta de relaciones mercantiles; y que, desde los proyectos de emancipación, precisan ser impulsados para afirmar o bien asentar en forma irreversible restricciones a la expansión ilimitada de la lógica capitalista.

En este orden de transformación se incorpora también una nueva lectura de los efectos políticos e institucionales de la composición diversa o compleja de las sociedades y, por ende, de su horizonte de visibilidad en la construcción del Estado y la democracia. De esta forma, aparece la concepción de la descolonización como un referente fuerte de los nuevos proyectos de emancipación, la misma que se relaciona a las diversas pulsiones de las sociedades por afirmar su particularidad cultural, política e institucional respecto a los centros internos y externos de poder hegemónico. La interculturalidad o bien lo que se denomina como la construcción de “sentidos comunes” o “consensus iuris” que, finalmente, son aquellas estructuras simbólicas y normativas de integración plural de las sociedades, son siempre resultados de procesos de conflicto, des-unión, de negociación de partes y, por tanto, de un por-venir siempre abierto y en tensión.

Ambas situaciones tienen efectos sobre el imaginario convencional de la democracia que, desde éstos proyectos, adquiere una nueva significación. Por un lado, se visualiza la necesidad de una ampliación de sus contornos institucionales. La democracia no sólo se limita al establecimiento de reglas y procedimientos para la formación de un gobierno de mayorías y minorías eficaces y en competencia; sino incorpora una amplia agenda de garantías de derechos individuales, sociales, colectivos y económicos que, en cada caso particular, llega a sustancializar a la forma procedimental. Por otro lado, la democracia resulta una noción inaprensible en cuanto a una realización última o final de la misma; pues su contenido simbólico: la expansión igualitaria de sus múltiples significados, esta siempre vinculada a procesos de desclasificación o bien de dislocación de las estructuras eventuales de poder y dominio, por parte de sectores y/o grupos que por una u otra razón han y son víctimas de los procesos de decisión colectiva.

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