lunes, 9 de noviembre de 2009

Anamar y los medios (Oscar Díaz Arnau)

Ana María Romero, postulante a primera senadora del MAS por La Paz, ha vuelto a criticar al presidente, y ahora su jefe, Evo Morales. “Critico al Presidente, no me parece que ésa sea una buena manera de relacionarse con los medios”, ha dicho refiriéndose a la nueva arremetida del mandatario, esta vez, contra dos reporteras cuyas preguntas a Evo, por lo visto y oído, no le han gustado nada de nada. La señora candidata, sin embargo —quizá arrepentida de su pequeña sublevación y como queriendo equilibrar la balanza—, pasó de inmediato a cuestionar la labor de sus ex colegas: “Yo no me hago pasar por periodista y digo que estoy haciendo u opinando neutralmente cuando no lo soy. Yo creo que los medios tienen que definir su postura” (La Razón, 04/11/09).

A ver. Con el respeto que se merece, especialmente, por su honorable pasado. Todo indica que Anamar está persuadida de que su actual estatus de política debe ser replicado por sus ex colegas. ¿Tan pronto habrá olvidado los principios del periodismo? Un medio de comunicación (sabiamente llamado así, medio, y no sólo por sinónimo de vía o de instrumento para) y, en consecuencia sus periodistas, para resguardar su credibilidad deberían siempre mantener una postura neutral, aunque por supuesto estén provistos de una tendencia ideológica-política individual; ésta, de ninguna manera, por ética, debería influir en o mezclarse con su labor profesional.

La señora candidata ha incurrido en un exceso con su imperativo “tienen que definir su postura”: los medios la expresan en sus editoriales; los periodistas, gracias a las columnas sindicales, en las áreas de opinión. Para eso están estos espacios que, por cierto, merecen su lugar —bien diferenciado— en todos los medios y no sólo en algunos.

No voy a defender la hipocresía de aquellos que se esconden detrás del periodismo para favorecer a un partido o a determinadas líneas políticas; deshonestos agentes de corrupción, responsables de la pérdida de credibilidad del periodismo. Por otro lado, Anamar ha dejado picando una denuncia muy seria al señalar, indirectamente, a las dos reporteras en cuestión como si “se hicieran pasar” por tales.

Acierta no obstante al repeler —si tomamos sus palabras genéricamente— a los embaucadores que, aun haciéndose rotular ‘independientes’ todos sabemos que no lo son. En este punto estamos de acuerdo; si fuera así de coherente todo el tiempo, ganaría más votos. Es que, si se ha percatado de que las coprotagonistas de la última rabieta de Evo son parte de ese grupo, ¿por qué no las denuncia formalmente y destapa ese manto de duda tan impropio de una dama como ella?

Anamar ha dado dos muestras contundentes de que podría comportarse con libertad de partido en el Senado, es decir, apoyando las virtudes del Gobierno y criticando sus errores. Bravo, por ella y por nosotros; ¡qué lujo sería tan alto comportamiento dentro de nuestra paupérrima clase política!

Siga en esa línea, señora candidata, para que le vaya bien no sólo en diciembre. Eso sí, enmiende su equivocada visión del periodismo. Está a tiempo de borrar ese lunar de su pulcra carrera de periodista.
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El autor es periodista y escritor.
Fuente: La Razón

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