lunes, 9 de noviembre de 2009

Los empresarios y las elecciones (Tuffí Aré Vázquez)

Hace unos meses el vicepresidente Álvaro García Linera opinó que los empresarios deberían dedicarse a los negocios y dejar que los políticos hagan política. Lo dijo a manera de cuestionamiento casi directo al sector privado cruceño, que es señalado de actuar corporativamente en los últimos años contra Evo Morales. La interpelación vicepresidencial apuntó, sobre todo, a algunos empresarios que fueron vinculados por un fiscal al grupo de Eduardo Rózsa.

Desde entonces se ha notado una llamativa cautela de una parte de la dirigencia empresarial cruceña, que redujo sus críticas al Gobierno y optó por un evidente silencio institucional en el periodo electoral, propio de una línea de neutralidad. Es cierto, sin embargo, que en anteriores comicios las instituciones empresariales nunca proclamaron abiertamente su apoyo a algún candidato. No obstante, tuvieron un rol protagónico en la promoción del debate político, sobre todo, en el tema económico. En la actual coyuntura, su rol es pasivo, ya que ni siquiera realizarán los tradicionales foros con los aspirantes a la Presidencia.

En ese contexto, las dos últimas semanas han sido importantes por algunas llamativas señales de lo que puede estar sucediendo en el sector empresarial, particularmente el cruceño, de lejos el más poderoso del país por su tamaño y dinámica.

Tales señales están motivadas por el intento de acercamiento del MAS a un sector al que combatió con dureza durante casi toda la gestión de Morales, incluso con trabas a las exportaciones de productos fundamentales.

Se sabe de reuniones en plena etapa preelectoral del propio García Linera con empresarios. El Comité pro Santa Cruz interpretó esos encuentros, supuestamente ‘secretos’, como una nueva actitud desleal y acusó a algunos privados de financiar la campaña del MAS.

Que hay empresarios con el Gobierno desde el inicio de su gestión, es una realidad probada, sobre todo en el occidente del país. Que el MAS busca publicitar adhesiones de figuras empresariales, especialmente cruceñas, para aparentar apertura e inclusión, también es evidente. Que hay algunos empresarios pragmáticos que prefieren un pacto de convivencia en los próximos años con Evo Morales, ante su inminente victoria, es más que una certeza. Que el Gobierno necesita ahora tener apoyo empresarial para conseguir su objetivo de un contundente triunfo electoral, es otra realidad incuestionable.

Por eso no debe extrañar que se estén dando estos ‘matrimonios por conveniencia’ ni que los empresarios sigan en la actividad política, pese a la reflexión inicial de García Linera de que se dediquen sólo a los negocios. Al parecer, las opiniones cambian en función de las circunstancias.
De todas maneras, no se puede negar que el Gobierno ha logrado mermar la fuerza de la actuación corporativa del empresariado en la política. Las actuales dubitaciones de un sector tan influyente llaman, al menos, la atención ciudadana.

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