La Paz, 14 de noviembre de 2009
Señor Presidente:
El proceso de cambio que usted lidera ha levantado muchas expectativas en diversos sectores de la población. La mujeres progresistas, las que queremos ser o somos parte de este proceso, las que no somos indiferentes ante la vorágine de las ilusiones populares que circulan alrededor suyo, las que celebramos el triunfo de la nueva Constitución Política del Estado, hoy nos sentimos ofendidas por usted. En demasiadas ocasiones ha dado muestras de un machismo irreverente, lanzando “bromas” de pésimo gusto contra las mujeres, “bromas y chistes” que, por cierto, algunas de ellas celebran y festejan con risas y aplausos ¿porque no se percatan de lo que contienen?
Yo no soy una de ellas, cada vez que usted se refiere a las mujeres con falta de respeto me siento personalmente ofendida, porque salen del hombre de quien esperamos ejemplo hacia los otros hombres; pero, sus “chistecitos” de campaña ya no son tolerables desde ningún punto de vista. Las cosas que usted viene diciendo en sus últimos actos de campaña, y que no voy a repetir por respeto a mí misma, tienen un contenido que lo dibuja a usted como un “macho Alfa”, impregnado del triunfalismo propio de los que se saben ganadores y que no tienen el más mínimo cuidado con lo que dicen.
Si fuera cierto que en un desayuno de mujeres cochabambinas que apoyan su campaña, ellas hubieran emitido esas “consignas” tan groseras que ahora usted repite con gran entusiasmo y como muestra de “simpático candidato”, sepa usted que cada vez que las repite PIERDE. Sí, señor presidente, pierde mi respeto y el de miles de mujeres que no celebramos que nuestro presidente se refiera a nosotras de la manera como lo hace.
No sé quiénes lo asesoran en su campaña, han de tener que ser otros tantos machos irreverentes y caraduras que no le aconsejan abstenerse de decir las cosas que dice, y si eso es así ¿qué podemos esperar nosotras de usted en su próxima gestión de gobierno? ¿Es que tendremos que esperar, con resignación y vergüenza ajena, que nuestro presidente se presente ante el mundo como un macho grosero? Yo no me resigno, yo me presento ante usted para protestar vehemente contra esas expresiones ofensivas, propias de hombres reunidos en cualquier bar de mala muerte en “viernes de solteros” al calor del alcohol y la mutua catarsis de sus frustraciones sexuales, pero que viniendo del propio Presidente del Estado Plurinacional no las admito, no las acepto y no las tolero.
No solo protesto contra sus dichos, señor Presidente, también contra sus hechos. Durante estos cuatro años de gobierno, usted se ha empeñado en afirmar que así como los indígenas han llegado al “Palacio Quemado”, las mujeres lo han hecho junto con ellos y que no necesitamos medidas afirmativas para superar la condición de subordinación y discriminación a la que hemos sido sometidas por cinco mil años de historia patriarcal y no sólo por quinientos años de colonialismo. Pues, permítame decirle una vez más, señor Presidente, que se equivoca, que si el Estado no asume con seriedad su responsabilidad frente a la situación de las mujeres, lo único que está logrando es rezagar sus propios propósitos de descolonizar el Estado y la sociedad boliviana. No va a avanzar un solo metro en ese propósito si no toma conciencia que sin las mujeres –o con solo pocas de ellas alrededor suyo, las que se subordinan ante su visión y su criterio personal a fin de no perder sus propios y pocos privilegios– no hay proceso de cambio que valga.
Le pido, señor Presidente, volver a leer la Constitución Política del Estado, y fijar su mirada en el artículo 8º que establece como valores del Estado la igualdad y el respeto, en el artículo 14º que prohíbe y sanciona toda forma de discriminación fundada en razón de sexo y otras veinte condiciones más, en el artículo 15º que establece que “todas las personas, en particular las mujeres, tienen derecho a no sufrir violencia física, sexual o psicológica, tanto en la familia como en la sociedad”, y otras dos docenas de artículos donde han quedado fijados los derechos de las mujeres. En otras palabras, señor Presidente, le pido coherencia y consistencia entre lo que manda la Constitución y lo que usted dice y hace en público, porque no le voy a exigir que también lo haga en su vida privada, aunque es difícil sustentar una visión del mundo frente al público que no represente las íntimas convicciones que una persona tiene en su fuero interno.
Finalmente, fíjese bien, señor Presidente, de quién viene esta protesta. No es de una mujer de derechas, no es de una señora de iglesias donde les enseñan a someterse a la “natural” condición de supremacía masculina, no es de una “dama cívica” que considera una gran tarea coser banderas para mandar a otros machos a la “guerra” contra el proceso de cambio. Esta protesta viene de una mujer que se declara, en todos los foros públicos y privados, como una persona que sabe y comprende que lo que hoy está pasando en Bolivia –el “proceso de cambio” que usted lidera– es lo que TIENE QUE SUCEDER para romper de una vez por todas con todas las formas de discriminación, exclusión y subordinación que han sometido a nuestro país a la condena de ser un país eternamente rezagado, con vergonzosos índices de pobreza, como un país mendigo de la cooperación internacional, incapaz de superar sus limitaciones, sometido a los designios de imperios de todo tipo. Esta protesta viene de una mujer que le exige RESPETO, tanto respeto cuanto usted merece en su condición de Presidente de Bolivia.
Jenny Ybarnegaray Ortiz
sábado, 14 de noviembre de 2009
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