domingo, 27 de septiembre de 2009

Los estafadores de siempre (Humberto Vacaflor)

Unos vivos que ofrecían pagar hasta 20% de interés mensual a los ahorristas, y que acaban de desaparecer junto con los ahorros de cientos de incautos, no inventaron nada. Esto lo vivió el país en los años 80 y es muy raro que las autoridades del sector no lo hubieran detectado a tiempo.

Un funcionario de Asoban dijo que, en este caso, no se trata de falta de regulación, sino de control. La regulación existe, y es una de las más severas porque, en efecto, fue elaborada después de las traumáticas estafas de hace tres décadas.

Hay algunos elementos que permiten comparar estos dos momentos, el de ahora y el de los años 80. Quizá se pueda establecer un patrón para entender en qué momento surgen estos estafadores.

Se necesita, como telón de fondo, un clima de incertidumbre política y de inseguridad para las inversiones. Por ejemplo, que exista un trauma político que no termine de parir una nueva realidad, como ocurría en los 80 y como ocurre ahora.

En ese clima, la gente no invierte. Ahora, por ejemplo, según datos del presidente de la Corporación Andina de Fomento (CAF), Enrique García, la tasa de inversión en Bolivia es de 13% del PIB. El ministro de Economía, Luis Arce, dice que esa tasa es de 17%. De todos modos, el promedio de América Latina está por encima de 26%, muy lejos de ambas cifras.

Es decir que tenemos la tasa de inversión más baja de la región. Eso significa que los ahorristas tienen miedo de invertir en iniciativas económicas, están preocupados por la muy baja tasa de interés de los bancos, y quisieran encontrar alguna fórmula para hacer que su dinero rinda más.

Tanta incertidumbre habrá sobre el clima de inversiones en Bolivia que el Rey de España, interpretando también a los bolivianos, preguntó al presidente Evo Morales sobre las seguridades jurídicas para las inversiones.

Las seguridades que dio el presidente Morales a su colega Borbón (ambos odian la palabra república) no coinciden con la realidad. Mientras el caudillo boliviano hablaba con el monarca español, los ayllus del altiplano estaban preparando nuevas ocupaciones de minas de propiedad privada.

Por lo tanto, las seguridades del gobernante boliviano no son muy seguras. Quizá por eso la Repsol decidió invertir en Bolivia, tras la gestión real, 1.600 millones de dólares en cinco años, un monto insignificante comparado con los que invierte en otros países de la región.

Es que la Repsol tiene otras opciones para invertir, comenzando por Cuba, un país serio que cuando da garantías es porque el partido comunista lo ha ordenado. Además, Cuba es una nación (no 36) con un Estado con autoridad indiscutible sobre todo su territorio. Eso ayuda.

En cambio, nuestros ahorristas no tienen tantas opciones, ni aquí hay un Estado ni un partido serio como en Cuba. Y caen en las trampas de las financieras.

El panorama empeora si la Autoridad Financiera, como se llama ahora la Superintendencia, está ocupada en otras cosas. Vienen los cazadores de incautos, ponen sus trampas, hacen sonar unos cantos de sirenas bien disimulados, y a cosechar.

El narcotráfico puede pagar tasas de interés muy altas, dicen los conocedores (lo decían también en los ochenta). Pero estamos hablando de un sector que tampoco puede dar seguridades. Es el verdadero blindaje de la economía boliviana, hace aportes a la política, pero todavía sigue proscrito.

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