lunes, 28 de septiembre de 2009

Los chicos “pawer” de la política (Iván Castro Aruzamen)

ENTRE EL RUMOR

La política nacional, por alguna razón desconocida o de moda, al igual que en el cine experimental e independiente, hoy se ha convertido en un gran escaparate, en el que ha irrumpido con fuerza la imagen del chico raro, un poco diferente a su antecesor neoliberal, el chico raro de la política nacional es un unisexual.

En este momento de avalancha socialista, los que mandan en la izquierda, son los chicos raros ¿Esto qué quiere decir? Que los chicos raros están de moda en la política como las magníficas en las expo del país. No hace mucho, salió por la tevé, Jaimito Bayle, diciendo que será el primer presidente gay en América Latina y qué mejor en un país tan patriarcal como el Perú. El papel del raro y el deslenguado, todavía desatinado en su accionar político, se está convirtiendo en lo más común en nuestra política. Es muy fácil lucirse con un papel de sabelotodo o del homosexual emancipado, tirado un poco hacia lo mero macho y desafiante; son papeles que están llenos de efectos y efectismos. La gente antes se divertía un montón con los políticos boxeadores, recuerde sino a Filemón Escobar, o los camaleónicos –eso no quiere decir que hayan desaparecido, no, lo que pasa es que siempre cambian de ropaje–, hoy no puede faltar en nuestra política el político tartamudo y el chico raro pawer.

Ya sé que por el mundo anda muy de moda, gracias a los derechos humanos y los movimientos de reinvidicación ciudadana, eso del gay pawer o el travesti y el tartamudo, en el cine, la literatura, la moda, la música y la política no podía quedar al margen; si bien estos problemas sexuales y sociales, han sido abordados por médicos, psiquiatras, sociólogos, legisladores, el chico raro, en nuestra sociedad todavía es visto como enfermo, un delincuente, eso, un raro. Muchas veces a más del rechazo, existe un marcado morbo sobre el tema, de los chicos raros en la política.
Volví a mi pueblo después de algunos años. Me sorprendió una noticia. Mis amigos de infancia y adolescencia me comunicaron que teníamos en el pueblo por fin una alcaldesa. Me sentí contento por el pueblo. El día que conocí a la mentada alcaldesa, me llevé una sorpresa, pues, no era más que un chico raro y masista de paso; así en muchos otros lugares del país, he encontrado chicos raros en cargos jerárquicos, en suma, en la política nacional.

Freud, en su obstinada visión psicoanalítica, se enfrascaba con la idea de curar problemas sexuales en pacientes que no suponían en su vida problema alguno. En todo caso, creo yo, mientras el chico raro, el pawer gay en la política, haga las cosas como se las debe hacer, es decir, un servicio público en función del bien común, no tenemos por qué reírnos ni ser un problema. Y si el chico raro no mezcla su problema médico con la política y vive muy feliz con su problema, no hay razón para ejecutarlo ni azotarlo. Claro, que estábamos acostumbrados a ver, en la comedia política del país, adulterios, amores libres, traiciones, infidelidades, complicidades –caso Santos Ramírez–, borracheras, “latin lovers”, ahora, debemos deglutir la idea del chico raro subido al poder, aunque sigamos alimentando nuestro morbo, la curiosidad y nuestras represiones.

El otro día un viejo político se me quejaba por este giro en los políticos del país: “La política antes estaba poblada de sementales; era normal encontrarse con ministros, diputados y senadores de la República , que tenían muchos hijos y un sinnúmero de concubinas; y es que las dietas permitían estos lujos; hoy la cosa ha cambiado, aunque las dietas parlamentarias, frente al ingreso del común de los mortales bolivianos –un sueldo básico de seiscientos pesos–, alcanzan y sobran para procrear sin límite”. No puedo menos que confortarle: “Con lo macho que eres tú, Carlos”. Tal vez los jerarcas del gobierno debieran hacer como sus antecesores, procrear más, para que no se extinga tan rápido el partido. Pero, por sobre todo, es que los chicos pawer están de moda en la política.
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El autor es teólogo y filósofo

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