lunes, 28 de septiembre de 2009

La señora candidata (Oscar Díaz Arnau)

Anamar, ¡oh! Eh… Ejem… Disculpen, últimamente suelto a pasear las flatulencias de mi telenovela preferida que, sin embargo, conviene seguir en sus extraterritoriales versiones de columna periodística. No me pierdo capítulo desde que Anamar (o Doña Anita, como también le dicen a la protagonista, ¡qué ternura!) decidió volverse candidata (¡a ver!) para las elecciones, todo un acontecimiento que ha quemado neuronas en nosotros, “analistos” opinadores de ramas desafines. Ay, Doña Anita, ¡oh!

Esta novela, en realidad, me suena a una película: a Zona Sur, de Valdivia. Porque advierto hipocresía en lo leído y escuchado acerca de la nueva incursión de Anamar en la política (fue ministra del gobierno de Wálter Guevara). Siento que ni unos ni otros van de frente cuando dicen lo que dicen sobre la señora candidata.

Precisamente ese título —La señora candidata— es el que venimos pensando con Valdivia, a quien admiro pero no tengo el gusto de conocer. Me explico: A insistencia mía por llevar a la pantalla chica lo que se ha escrito y dicho de la candidata masista, con el director de cine mantengo “conversaciones” telepáticas en las que —¿acaso somos tontos?— no perdemos de mente lo más top en el género, o sea, Televisa. “Sólo es un break”, le he aclarado mientras lo distraía de sus legítimos sueños de abrazar un Óscar por su Zona Sur, después de sus acertados spots de Entel y antes de que comencemos a rodar nuestra Señora candidata. En fin, que los sueños, sueños son…

Despertando, la batalla mediática desatada por esta candidatura, con delicadas embestidas y amorosas defensas en fuego discretamente cruzado, da para estudio de comunicación social: cómo juegan los intereses detrás de la opinión sobre política en los medios.

Soñando, con un “yo te adoro vida mía”, podríamos abrir nuestra novela guionizada por analistas de corazón a la izquierda, defensores de la ex defensora ¿y lógicamente cercanos al Gobierno? Con ojos así, Doña Anita merece pues el cielo, por intachable, por… finalmente, hasta por mujer, ¡qué caray!

“Denostando a la señora ésa de largo currículum”, podríamos continuar con guión de conservadores que, evidentemente contrarios a esta candidatura ¿y también al Gobierno?, aluden a la escritora y ex directora de Presencia, entre otras preclaras ocupaciones que se mezclan de nuevo con las aguas por lo general turbias de la política y río adentro, en el Senado. Y así, que se vaya pues al infierno, por traicionar a los independientes, a su gremio, ¡y justo con el partido que masacra periodistas cada día!

Con la ex directora de la Fundación UNIR, el MAS ofrece un “puente” mediante el que Evo busca arrimar a los sectores enfrentados del país. ¿Qué tal? Río, puente, agua. Idea para Valdivia, se la comentaré. Y, a propósito de piezas y rompecabezas, Anamar debe estar ensayando su futuro, recortando columnas y pegándolas en un álbum de recuerdos: en las páginas de la izquierda, las de los que la adoran como a una santa, sin exigirle nada; en las de la derecha, las de los que la crucifican sin antes esperar resultados. ¡Oh!, señora candidata, sólo espero que sea capaz de darle a esta novela un final digno de Valdivia.

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El autor es periodista y escritor.

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