domingo, 20 de septiembre de 2009

Mentiras en órbita (Humberto Vacaflor)

Los candidatos deben saber que tienen que tamizar sus mentiras. No tendrían que exagerar en sus ofrecimientos.

El ofrecimiento más excéntrico que se ha hecho hasta ahora en esta campaña electoral es el del satélite artificial. La idea es gastar 406 millones de dólares, como hizo Venezuela en octubre del año pasado, para tener un satélite hecho en China, que tendrá, con suerte, una vida útil de 15 años.

Un monto tan grande podría servir para otras cosas. Por ejemplo para poner una cama por paciente en los hospitales, a fin de que no las sigan compartiendo. O para mejorar las escuelas. O los caminos.

La capacidad del satélite venezolano excede la demanda de los científicos de ese país, que no son muchos. Por lo tanto, con mucha sabiduría, Uruguay cedió su derecho a contar con un satélite propio al país de Hugo Chávez a cambio de usar 10% del Simón Bolívar, lo que da a los uruguayos mucho más de lo que necesitan en comunicaciones satelitales. Y gratis.

La ventaja de los uruguayos es que cuando estaban haciendo ese arreglo con Venezuela, no estaban en medio de una campaña electoral.

El presidente Evo Morales podría aprovechar los estrechos lazos que le unen a Chávez para pedirle que ceda a Bolivia otro 10% de la capacidad del Simón Bolívar. Podría decirle que sabe que la capacidad de ese satélite no ha sido usada ni siquiera en 30% hasta ahora por los venezolanos.

Los venezolanos dicen que el 2013 lanzarán su propio satélite, aunque sólo porque su Presidente quiere que su país sea una potencia de veras y no simplemente un país que vive exclusivamente de ser el proveedor de petróleo, pesado, a Estados Unidos. Habrá que desearles mucha suerte a los venezolanos en ese lanzamiento, para que no les pase lo que a los brasileños el 2003, que hicieron varios intentos fallidos hasta que optaron por seguir confiando en el satélite “De coleta de dados” lanzado en Estados Unidos en 1993. Sirve para vigilar las condiciones de la región amazónica y es conocido como el “satélite verde”.

El presidente Morales ha dicho que el satélite “Túpac Katari” servirá para mejorar las comunicaciones en el país. Ese objetivo se podría lograr con una mínima parte de la capacidad del satélite venezolano. Bolivia podría también pedir ese mismo favor a Brasil, Argentina o Chile, para que le permitan usar una pequeña parte de la capacidad de sus satélites, pero probablemente el presidente Morales prefiera llevar su esquema de simpatías con Venezuela hasta el cielo.

Esa pequeña parte de la capacidad del satélite podría servir, además de ayudar a las telecomunicaciones, para que Entel no vuelva a dejar a seis departamentos del país sin el servicio, como ocurrió la semana pasada, para otros fines. Por ejemplo podría ayudar a la FELCN a detectar la salida de la droga del país. Y corregir de esa manera un contrasentido: todos los días se descubren 15 fábricas de cocaína en Bolivia, pero todas las capturas de droga que hace la FELCN son de cocaína peruana. Es decir que la droga boliviana sale del país sin problema. El satélite de algún país amigo podría ayudar.

Y podría servir también para que la Corte Nacional Electoral detecte, desde el cielo, cómo es que algunos finados vienen, también desde el cielo, a votar puntualmente en referendos y elecciones.

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