martes, 22 de septiembre de 2009

Entre Sodoma y Gomorra (Carlos Alarcón)

En la medida en que se va perfilando la tendencia del voto para las elecciones generales del 6 de diciembre, podemos afirmar siguiendo el dicho bíblico que estamos entre Sodoma y Gomorra.

Los oficialistas, binomio Morales-García, que invocan la igualdad y justicia social como una pantalla para conseguir la mayor concentración del poder y una permanencia indefinida en el gobierno; los opositores, binomio Reyes Villa-Fernández, que pregonan la democracia, el Estado de Derecho y los Derechos Humanos como una pantalla para proteger intereses particulares de grupo o sector. En ambos, la misma motivación: proyecto de poder y no de país.

En sus delirios descolonizadores, el binomio Morales-García defiende un modelo de Estado y sociedad indigenista comunitario y rechaza el sistema republicano democrático, aun cuando por razones electorales frente a la clase media no asume abiertamente y sin complejos esta preferencia. Véase el caso absurdo de las dos banderas para identificar a un mismo Estado. Si tendrían condiciones favorables para expresar sus emociones izarían únicamente la wiphala, considerada como símbolo del Estado descolonizador, y sepultarían en el armario de los trastos viejos a la Tricolor, asumida como emblema del Estado colonial.

En su empeño por salvar los intereses económicos y privilegios del moribundo sistema político tradicional, el binomio Reyes Villa-Fernández, en una jugada electoralista de último momento, conforma una heterogénea plataforma de candidatos a diputados y senadores, que responden a múltiples caudillos locales, sin una base sólida y coherente de unidad, programa y acción política, con algunos de ellos que desde el inicio demostraron que su mayor desvelo y preocupación es el espacio que se les ha asignado en la lista de candidaturas y otros que su mayor mérito es el de ser parientes del caudillo local que gestionó la alianza. En estas condiciones, sólo un milagro podría mantenerlos unidos en el nuevo Parlamento.

El elector indeciso de clase media se enfrenta a un dilema electoral. Si vota por la apariencia es probable que tenga ventaja el binomio Morales-García frente al binomio Reyes Villa-Fernández, por la imagen de renovación que todavía proyecta en la sociedad boliviana. Si vota por la realidad escondida detrás de las pantallas electorales, es probable que no vote a favor de ninguno de ellos.

En este contexto de polarización, los binomios del centro dejan de ser opciones viables porque pueden resultar funcionales en el futuro escenario político a un extremo o al otro. Si está en juego la construcción de un nuevo Estado y sociedad en Bolivia, con dos visiones encontradas y contrapuestas, abstraerse de esta realidad para proponer empleos, mejor gestión pública, seguridad ciudadana u otra cosa por el estilo, es como estar tocando el violín mientras se está hundiendo el Titanic.

A futuro es necesaria una opción política de renovación que encuentre la forma eficaz de integrar estas dos visiones de país.
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El autor es abogado constitucionalista.
Fuente; La Razón

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