El MAS utiliza en su campaña proselitista tácticas que algunos asocian a ciertos cambios de rumbo en sus objetivos estratégicos referidos al “cambio”. Sobre todo pronostican que Evo y su equipo dejarán de ser los “duros de pelar” que siempre fueron desde que llegaran al poder político . Consideran que tras su tan ya anunciada victoria en las elecciones generales del 6 de diciembre, en el Palacio Quemado de La Paz, dejarán atrás todos los “ismos” que hoy les caracterizan.
Toman en cuenta ciertos hechos en respaldo de la citada conjetura, como la forma en que el oficialismo, por ejemplo, se abre no solo a la clase media urbana, sino también a sectores empresariales a los que anteriormente daba totalmente las espaldas, tras convertirlos en blanco de descalificadotes disparos retóricos. Tales empeños se registran sobre todo en una región que, como la cruceña, cuando la denominada “Media Luna” estaba íntegra y no despedazada, como ahora, era el epicentro de la oposición nacional al MAS.
Inclusive algunos ex aliados del partido oficialista, que ahora le hacen oposición, coincidiendo con la citada interpretación, acusan al gobierno de caminar hacia una claudicación de sus principios programáticos e ideológicos, traicionando a su base social.
En realidad, para analistas más o menos sensatos está meridianamente claro que el MAS solo apunta a efectos proselitistas su aproximación a las capas medias urbanas y círculos empresariales. El gobierno busca hacerse de mayor cantidad de votos en dichos estamentos. A tal fin deja de fruncirles el ceño, esbozándoles una sonrisa y dirigiéndoles un discurso moderado para disipar la mala imagen que se hicieron de en tales estratos. Asigna igual funcionalidad a la incorporación de ciertas personalidades representativas de la citada latitud social, a las nóminas de sus candidatos a miembros de la Asamblea Plurinacional.
En realidad, el MAS busca con lo referido y con otras cosas, únicamente lograr los dos tercios de la Cámara de Senadores, objetivo para el cual justamente Santa Cruz, a juzgar por los resultados de últimas encuestas, le significa todo un dique de contención. Si se hace de aquel dominio, tiene el camino despejado hacia la hegemonía política total que persigue desde que llegara al poder, y a la cual no ha renunciado ni parece que renunciará. Mucho más todavía si consigue aquellos dos tercios, que le equivaldrán a luz verde para que sus asambleístas ejecuten, en tiempo record, sin trabas opositoras de ninguna clase, la readecuación del ordenamiento jurìdico-legal a la Carta Magna del Estado Plurinacional, repleta, como saben los constitucionalistas, de fórmulas y claves de hegemonismo político.
Una cosa es el objetivo estratégico (dominio político total) y otra muy diferente la táctica en una campaña proselitista, distinción que algunos confundidos no pueden percibir…
jueves, 19 de noviembre de 2009
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